Los ojos a oscuras

La ventana de la cocina dejaba entrar algunos rayos de Sol de medio día, dejaba reflejar sobre las cacerolas color plata; reposadas sobre la repisa que Julia había colocado en la parte frontal de la entrada; las ilusiones que había dejado guardadas e incluso olvidadas. Ya que se si se olvidaban, dolía menos no tener la posibilidad de alcanzarlas algún día. Observó los suaves reflejos de los que ahora se atreve a mirar con el derecho de poseer por fin, observó las líneas entre la realidad y las posibilidades que ahora se abrían ante sus ojos, y que si bien sus manos no podían tocar aún, por lo menos las rozaban y su piel las sentía cada segundo más cerca. Estremecerse por cerrar los ojos y poder observar un futuro que no tenía ni la menor idea que podría soñar; mantener los ojos cerrados y recordar las manos que tocan suavemente los hombros de Julia, es un caramelo que se derrite lentamente en su mente. El calor de la recién entrada primavera toca cada uno de los poros ...