Regresar
La carretera está callada, más pasiva y más hermética que Julia, en aquella mañana de verano, los minutos parecían retomar su sonido de marcha, su latir dentro del reloj de pulso que posa sobre su muñeca, ha tomado más fuerza que su corazón. Es difícil regresar a donde se perdió todo; donde se llegó sin nada, sólo con esperanzas y una mudanza, se llega a las diez con dieciocho; y el mundo paraliza. El olor a azufre irrita su nariz mientras avanza sobre la ciudad. El estómago se ha revuelto, lo hace cada vez que ella no puede identificar sus emociones, lo hace cada vez que se siente sola, aislada, invisible. Cada ocasión donde desearía correr o llorar a gritos; pero en su lugar, debe pasar saliva y continuar. Sólo reconoce el objetivo con el que hoy desde temprano tomó de su armario, aquel mono color caqui y comenzó a vestir su tibia piel. Únicamente tiene una misión que realizar. Despedirse por completo de Braulio, sin hacerlo, decir “adiós “ sin hacerlo, decir “hasta nunca”...