Regresar

 La carretera está callada, más pasiva y más hermética que Julia, en aquella mañana de verano, los minutos parecían retomar su sonido de marcha, su latir dentro del reloj de pulso que posa sobre su muñeca, ha tomado más fuerza que su corazón.

Es difícil regresar a donde se perdió todo; donde se llegó sin nada, sólo con esperanzas y una mudanza, se llega a las diez con dieciocho; y el mundo paraliza.

El olor a azufre irrita su nariz mientras avanza sobre la ciudad. El estómago se ha revuelto, lo hace cada vez que ella no puede identificar sus emociones, lo hace cada vez que se siente sola, aislada, invisible. Cada ocasión donde desearía correr o llorar a gritos; pero en su lugar, debe pasar saliva y continuar.

Sólo reconoce el objetivo con el que hoy desde temprano tomó de su armario, aquel mono color caqui y comenzó a vestir su tibia piel. Únicamente tiene una misión que realizar. 

Despedirse por completo de Braulio, sin hacerlo, decir “adiós “ sin hacerlo, decir “hasta nunca” sin sentir nada. Ya sin decir nada. 

Cuántos hombres se han ido de su vida sin una despedida? No lo recuerda, tampoco desea hacer un balance de la partida de otro amor.

Hoy es hoy, donde él se va para siempre y Julia, simplemente no desea ni verlo, tampoco abrazarlo, menos llorarlo.

Porque no ha llorado por él, ha llorado a mares por ella, porque se queda con nada de los sueños que tuvo a su lado, sin la familia que buscó a pesar de amar a Enrique profundamente, a pesar de la homosexualidad de Braulio; aún con todo ello; decidió seguir hace más de diez años.

Pero su esposo que amó, la echó de su lado con sus decisiones y por más que se esforzó en vivir sin ella misma, no fue posible.

Y hoy, se encuentra sentada a plena luz del día, esperando que todo termine por fin.

Comentarios

Entradas más populares de este blog

Amor

Con vehemencia