Fuiste más que éso...

Fui suficiente?

Es una pregunta que me hice constantemente durante los últimos ocho años. Y no podía encontrar la respuesta en alguno de mis recuerdos. En aquellas vagas o vívidas añoranzas o refugios en mi mente. Pero no podía localizarla. Quería sólo una respuesta para poder continuar, para poder avanzar en mi vida y no seguir atada a Enrique; atada por la sensación de no ser lo suficiente para él o para nadie en sí.  Poder perdonarle nuevamente, por segunda vez en esta vida.
Quería que me gritara una y otra vez que las noches que lloré por su ausencia no fueron en vano, que en alguna parte de la historia me había amado tanto, que era lo suficiente para arriesgar su vida entera.

Necesitaba un consuelo a una añoranza rancia, echada a perder; era un hecho que ya apestaba, que tenía desagradable aspecto a una espera que no resultó. Manchada entre sombras, en un rincón lleno de polvo y moho; entretejida con encajes que alguna vez fueron blancos y con las melodías trágicas que sonaban algunas veces.
Así, que Julia Eskarra, como en muchas ocasiones, provocó la comunicación. Lo buscó en las redes sociales. Aún sabiendo que su sarcasmo la esperaba, o sus burlas podrían recibirla una vez más. Pero, ella estaba cansada de la zozobra y deseaba poner fin a una angustia y vacío ancestral. El saludo, estaba lleno de desesperanza  escondida; llevaba el mensaje de una súplica a sus preguntas.
- Hola!, sé que no deseas saber mucho de mí. Pero deseo hacerte una pregunta desde hace mucho tiempo. Así que si la respondes podré dejarte de buscar para siempre.- Julia estaba quebrada desde su historia, entre líneas que nunca salieron a la luz, estaban ahí.
- Hola! qué milagro! - Texteó Enrique.
Fue la respuesta inesperada de Enrique, tan sorpresiva , que cuando la leyó, su estómago saltó.
Preguntó Julia:
-Crees que si te pregunto algo, puedas responder de manera seria y sin evasiones?-
Esperaba que los segundo pasaran rápidamente y poder leerlo.
Julia, sólo podía observar los tres puntitos de espera, subían y bajaban de manera secuencial.
-Claro, dime!- Respuesta breve de Enrique.
- Necesito saber una cosa muy importante para mí. No porque sienta algo por tí. Tampoco quiero que volvamos o cosa alguna. Sólo tengo una duda, desde que decidí alejarme de tí.
- Dime- respondió Enrique impaciente.
- Quiero saber, si fui SUFICIENTE PARA TÍ?
Ahí estaba la pregunta que a  Julia Eskarra le nublaba la vista en ocasiones, la duda que no le permitía sentirse plena como mujer y completa como la historia que habría sido para Enrique. 
Pasaron algunos minutos y Enrique seguía en línea. A Julia se le cerró la garganta y quería llorar. Como la chiquilla que era por dentro, como aquella niña que habitaba y que pocas veces lograba asomar la nariz para verse como era ahora. Se quedó inmóvil, quieta, cerró los ojos y dejó el móvil por un lado. Logró tapar su rostro con las dos manos y soltar un suspiro de años contenido.
Cuando enseguida, respondió:
- Fuiste más que éso- 
Julia... no esperaba esa respuesta. No creía lo que aparecía en la pantalla. El aire no entraba en sus pulmones, se quedó atorado en la garganta, hasta que por fin. Logró creer lo que leía. De pronto, dio un salto del escalón donde aguardaba la respuesta. Si Enrique la hubiera visto...
Julia saltó, dio un giro, y otro, y otro; con los brazos extendidos hacia los lados. Sus manos abiertas hacia el cielo y el rostro con la satisfacción guardada de años. Sus largos cabellos danzaban con ella y su voz, esa voz, ahora tenía un tono distinto. Estaba limpia y libre; gritaba:
-Sí fui suficiente..., sí fui suficiente!!!! 
La alegría de Julia duró mucho tiempo, varios minutos pasaron para que lograra sentarse a observar lo que Enrique seguía texteando. Fue un momento pleno, donde se resumieron años de duda y de sentimientos que siguen aferrados en las páginas anteriores.
Enrique, siguió escribiendo. Confesaba, una historia que a Julia le resultaba desconocida por completo. Una espera por parte de él que ella no reconocía, porque ella sólo había vivido su dolor, la ausencia y la desdicha de quien se aleja del amor de su vida; la tristeza de tener que renunciar al que anhelaba que fuera su destino, por la necesidad de vivir, de rescatarse de la incertidumbre de ser la otra.

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