A mitad de la noche

Estoy agotada, agotada de sentirme perdida. De sentir que lo he perdido todo y estar enojada por ello. De llorar por los rincones porque no tengo lo que quiero, lo que amo, lo que siento que la vida podría darme. Dejar de lado todas las expectativas de vida. ¿Así era el plan?, dejar de lado todo y simplemente continuar, ¿pero continuar?, ¿por dónde?, ¿cómo se continua por donde no existen las certezas?, por donde no hay un camino definido, por donde no ha transitado nadie.
Ni siquiera las sombras se atreven a entrar en semejante sendero, se han amedrentado con los sonidos del silencio, con las ramas de los árboles de la entrada a la penumbra. Se han detenido, esperando que las tome de la mano y las lleve pegada a mis talones. Pero yo misma no me siento segura de dar el primer paso. Estoy un tanto desolada y cansada. He decidido sentarme en el quicio de la entrada, y dejar mis ropas, me he quitado la máscara de alegría que cargo conmigo como un lastre inhumano. Coloco mis manos sobre mis rodillas, que están pegadas en mi pecho. Las aprieto contra mi y las lágrimas caen en cascada, sin ningún esfuerzo.
Esfuerzo es el que realizo cada día por retomar mi vida, de algún lado donde pudo haber quedado, el día anterior. Es desgastante abrir los ojos a mitad de la noche tratando de recordar en qué parte de mi vida estoy, con quién despierto; si sola, a veces no logro recordar si él se ha ido, si no hemos vuelto, si estoy en casa o en casa de mis padres. Con quién hablé por última vez anoche y si quedamos bien o resolví olvidarle hoy. Si sólo me remitiré a contar las calorías de mis alimentos y los pasos de mi andar o tengo algún personaje que olvidar y dejar atrás. Es una locura no poder ubicar mis días y sobre todo mis sentimientos, que caen cada vez en picada. Quiero ser estable, quiero ser la Julia de hace unos meses, la Julia rebelde, la auténtica, la que estaba por encontrarse antes de sentirse tan extraviada en mí misma.
Mi intuición asoma los ojos y me dice que no falta mucho. Entonces decido esperar, aunque despierte cada día con la zozobra, no importa hoy, esperaré en calma.

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