Breve
Julia ha decidido, dejar de correr detrás de quien no la ama. El amor no se persigue. Aún cuando sus pasos se ha ocupado de seguir fantasmas atascados en la memoria. Ahora, está agotada de seguir a quien no ama, a quien no tiene la intensión de caminar a su lado. Que permanezca lo que quiera, lo que se aferre a ella; lo que no, que se agite con las hojas y se mueva. Se vaya tan lejos que no se note en el cielo, se confunda con las nubes o los rayos ensordecedores del Sol. Que se queden perdidos en el ocaso, que se caigan en el horizonte y se pierdan en los suspiros que Julia no desea regalar más.
Los está dejando en libertad de correr de ella, de dejar de ser una molestia o algo incómodo. Los suelta y olvida, un día a la vez. Un día un beso, otro una caricia, otros unas vagas frases; ensombrecidas de mentiras y falta de presencia.
Basta sólo ella para llenar los espacios vacíos. Suficientes sus letras e historias para desbordar su existencia, Suficiente para ver el resplandor del día y el fulgor de las estrellas titilantes. Ya no se precisa nada más, ni voces, ni textos, ni caricias, ni besos.
Que los mansajes de Miguel, Ricardo y de quien sea, se quedan impregnados de neutralidad. Con sólo una sonrisa de bienvenida y un olvido instantáneo para continuar el camino; sin espera, sin saltos en el estómago, sin agotamiento por el olvido.
Se ha mirado al espejo esta mañana y ha decidido, pintar de rosa sus días, y dejar de lado a todos cuantos le han olvidado. Que basta con sólo abrir los ojos para ver qué fácil resulta, vivir sin amarras y soltarse al viento.
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