Volver a mí

No puedo recordar en qué parte de la historia me quedé. Soy Julia Eskarra, cada día más mía, cada día más extraña a lo que venía siendo. No conozco algunas líneas de mi sombras, un día decido alejarme de todo y de todos y después de éso,mis pensamientos cambian de manera vertiginosa y tomo otras decisiones, a veces erradas y otras certeras, donde el principal personaje es y seguirá siendo mi corazón.
He llegado a pensar que quizá sea posible que en el momento menos pensado, las ideas se ajusten, que los sentimientos se organicen y dejen detrás de la puerta, todo aquello que ya no le sea útil. Que la existencia misma sea más llevadera de lo que parece ahora. Mi sonrisa crece al pensar en un nuevo amor; y al final del día, al volver a casa, me doy cuenta que se ha quedado abandonada toda ilusión en la banca del café, en el pasillo de la alameda, sobre el mármol blanco de la explanada central o en los mensajes que no llenan un vacío de algo que no queda.
Cuando dejé por fin a Braulio, estaba segura que la vida que llevaría sería  solitaria, hasta el final de los días. Que ningún hombre añoraría tocarme o anhelarme, o pasar un tiempo a mi lado. Con el paso de los meses, he conocido voces que buscan, que hablan; sin embargo, no he logrado encontrar del todo en alguno, en alguna voz, se quedan mudas entre palabras o yo misma las enmudezco, porque me canso, porque me harto.
Quiero un día caminar sin espera, un día sin voltear a ver quien viene o dejar de mirar a mi costado para ver quien no me acompaña. Los días podrían ser más llevaderos si logro ser autosuficiente en mi interior. Si olvido, si recuerdo; pero ya no espero más. Qué plenitud se sentiría si a diario pudiera mirar al espejo y darme cuenta que soy suficiente para llenar mis rincones y mis espacios, que lo que hago basta para ser feliz conmigo y que si algo llega, sería bienvenido y si se va, le pueda decir adiós, sin despedidas eternas y dramáticas. Que el móvil no sea mi motor para continuar el día; porque venía cometiendo el error de sonreír ante las palabras y frases, y no ante la vida misma.
Quiero sentir, reír y disfrutar cada momento real, y no uno lejano que no es mío; que ya no me interesa que sea mío. Que dejaré pronto en espera, sentado en la banca de alguna calzada, a la luz de los faroles, donde los resquicios que no permiten la entrada de lo irreal y lo fantasioso.
Un día, será, un día más pronto que tarde. Porque ayer lo viví por primera vez, y hoy con más paz y sentimiento de estadía que ayer. 

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