Vestida de armadura
Ha tratado de evitar recordar las palabras de Enrique durante todo el día. Evadir el tema a sí misma, disuadir las situaciones incómodas a la nueva realidad de Julia. Por la mañana, sonó el teléfono; adormilada por el trozo de pastilla para dormir que había tomado la noche anterior, la mantenía ausente de muchas cosas durante varias horas en el transcurso de la mañana posterior a la toma. no logra identificar qué día es, dónde está y qué rayos ha pasado en tanto tiempo desde que perdió todo. La sensación de tristeza dentro de su corazón, esa mañana era inevitable. Sólo deseaba seguir dormida. Sin embargo, las responsabilidades de su trabajo le hacían sólo destinar la poca energía que su cuerpo le proporcionaba para teclear su mail, y si acaso, recuperar algo del trabajo que se había quedado inconcluso. Esa tristeza no tenía nada que ver con su realidad, salió de la nada, fugitiva como el propio espíritu de Julia; se escurrió entre los primeros rayos del Sol sin notarla...