Sin tu voz

 Han sido semanas extrañas, sumamente heladas, para mi gusto. Julia podría estar feliz con esas sensaciones, si tomamos en cuenta que ella sólo es la figura que me mantiene al tanto de cosas que preferiría no saber, no sentir y no recordar.

Rondaron por su mente los recuerdos que no puede dejar de lado ni un momento de su vida, ni tampoco de la mía. Ella se convirtió en terapeuta debido a como, ya se ha mencionado quizá en alguna otra parte de estas insulsas remembranzas;  hace más de 13 años comenzó a padecer la enfermedad , que si bien la trajo de nuevo a la vida y le ha permitido hacer de sus ruinas una fortaleza, también la puso al borde de la muerte en varias ocasiones.

Como ella misma comenta en repetidamente:

- No voy a romantizar mi tragedia, la tragedia de ser la otra de una historia con un mal final, envuelta en una depresión mayor.

Así es, el haberse sentido la peor persona de todos los tiempos, donde traicionó a Braulio; que si bien, viéndolo desde afuera y justo en estos momentos, se lo tenía bien ganado, rompió con los paradigmas de su familia tradicional y con la honra de ella misma ante sus hijas. Su fastuosa imagen la hizo pedazos con sus propias manos, con ayuda de sus vacíos y sus bajos deseos. Dejó por abajo de la tierra infértil toda su dignidad, autorespeto y  amor propio. No era de presumirse tanto deseo y amor por un hombre que no la amaba y la deseaba lo suficiente. 

Sobre la blanca pared que se ilumina con la tenue luz cálida de la lámpara de pié, penden varios reconocimientos que ha ido ganando con el sabor de noches sin dormir; con la necesidad imperante de saber más y más, para que, llegado el momento nadie sea capaz de cuestionar cómo cayó en ese abismo. Por el contrario, que reconozcan y admiren el estoicismo que tuvo de salir de una relación sin amor equitativo y recuperar un poco de cordura, saliendo de la depresión. Sin embargo, nada de éso llena el vacío de darse cuenta que aún sigue escribiendo sobre ello, poniendo ejemplos que le llenen los vacíos de lo que con nada se llenan. Nada logra llevarse de su interior lo que  desea perder en los días de trabajo arduo, nada logra hacer que deje de sorprenderse ante una espera de lo que nunca llega. Nada hace que deje de revisar este blog, sus redes; en espera de ya ni siquiera recuerda qué.

La Julia de gabardina rosa suave, pantaloncillos cuadrados y botines negros, cabello suelto y rostro solemne; mantiene entre los cuadritos, los botones sostenidos, su suave vestir interior y calcetines de orejitas, escondida una leve esperanza de comunicación. Para qué'? 

Aún no logro entender cómo y para qué.

Quizá sólo es la necesidad de esconder su voz en un recuerdo que se va difuminando con el tiempo cruel, quizá la euforia de poder tener qué escribir, la vehemencia con que desea no dejar ir el pasado, tal vez buscar respuestas a preguntas que se están agotando, posiblemente reconocer los breves destellos de su esencia que se niega a perder.

Desea a escondidas volver a escuchar el tono que la mantenga unida a mí, yo tampoco deseo dejarla ir. 

Olvidarnos de dónde empezamos juntas, sería morir en vida; así como tampoco me veo perder la esperanza de escuchar algún día o ver  cuando me vuelva a mirar. Sostenemos con demencia esta necesidad que parece evaporarse con mi respiración y con el silencio de ella.


Comentarios

Entradas más populares de este blog

Con vehemencia

Amor