Ni mi abue, ni tú

Los trozos de hielo que golpean fuertemente el domo en pirámide del comedor, anuncia una fría noche. El estruendo que nace en las nubes atemoriza a Julia en esa nueva tarde de agosto. Su fascinación por los fenómenos naturales ha sido desde niña un símbolo externo de su férreo espíritu. Abre bien los ojos y observa detenidamente el trayecto de los proyectiles transparentes. Detenida en el quicio de la puerta de la cocina construida a un estilo clásico de los años cincuenta, evita tocar con sus manos recién alineadas con uñas suavemente estilizadas en tonos nude, palo de rosa y cereza que le dan un toque de adultez. Por un momento recuerda la historia que desde niña le hace tomar precauciones cuando el cielo se pone rebelde y deja caer esos destellos estrepitosamente deslumbrantes. Su abuela, que dejó de habitar este mundo hace unos años, le decía: - Aléjate de los objetos metálicos, no te bañes, no te mojes... Mientras está la tormenta - comentaba con recelo - A ...