Algo extraño
Un día así, como hoy, lluvioso, frío; donde todo parece que es normal, donde la rutina da un toque de seguridad y hace que la realidad esté bien, en paz. Un día como hoy, que deja sólo a la imaginación que algunas historias puedan vagabundear por mi realidad, un día como hoy, sucedió algo extraño.
Mi correo electrónico me había jugado una mala broma, pues tenía meses en que no podía ni abrirlo; pero esa mañana de manera extraña, abrió. Había un correo algo insólito; al momento me dio un brinco el estómago, sentía que todas las miradas estaban en mi computadora. Enrique?; desde los diecisiete años no sabía nada de él.
Ha pasado tanto tiempo y en ningún espacio lo había encontrado. Muchas veces hacía historias sobre cómo podría ser verlo de nuevo; mi mente buscaba la mejor manera de encontrarlo. Recuerdo en varias ocasiones haber pedido al universo, que cuando lo encontrara, fuera cuando estuviera en un punto de mi vida, en que ésta fuera plena. No quería que me encontrara gorda, fracasada o infeliz.
Me había hecho tanto daño, que no quería darle el gusto de reírse de nuevo de mi. No sabía qué tipo de vida habría llevado, sólo sabía que se había casado joven. Al parecer Enrique embarazo a la chica. Muchos años le guardé mucho rencor; el dolor me había llevado a odiarlo, a hablar de él de una manera despectiva.
Inexplicablemente, un par de días antes de poder abrir mi correo, había llegado a la conclusión de que era momento de perdonarlo. Quizá la inexperiencia de mi parte le permitió tanta humillación y abuso; un amor enfermizo había sido esa historia adolescente. De la que me costó mucho tiempo y lágrimas reponerme.
Un correo atiborrado de frases que pretendían tocarme en el instante en que lo abriera, me dejó pasmada. Aparecía, ahí estaba, y, sin saber qué hacer, sentí que el cielo y el infierno se confundían en sus tonos azulados y rojizos. Tenía fecha de mi cumpleaños, habían pasado algunos meses desde que él lo había escrito.
Mi decisión pendía de un hilo, no sabía si responder o dejar las cosas en el olvido; en un olvido que no dejó del todo aquella historia. Mis dedos se movieron después de varios minutos de estar frágiles, helados y paralizados; de pronto una emoción desconocida corrió por mi cuerpo. Respondí concisamente, tecleando algunas palabras que dejaban asomar la dicha que brillaba en mis ojos.
Enrique estaba de vuelta.
Enrique estaba de vuelta.
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