Entre líneas

A veces me da curiosidad saber qué es de su vida, si Enrique seguirá casada aún, si vive, tiene trabajo, es feliz, qué ha sido de él durante estos siete años de no verlo. No alcanzo a recordar el último día que lo vi; hoy quisiera ubicar ése día, sólo recuerdo que fue antes de vacaciones de Semana Santa, cuando llevé a mis hijas a visitar a su papá, hasta la península.
Incontables veces he revisado sus redes sociales, la incertidumbre que no me pertenece, me orilla a buscar, hurgar donde nada es mío, donde no hay nada que me una él. Hace un par de semanas fui débil, como lo he sido en otras ocasiones; lo busqué y ahí estaba. Una publicación de pocas (Enrique casi no publica nada); en dicha publicación anunciaba la muerte de su padre.Hasta donde yo había sabido, su padre no estaba con ellos, había emigrado hacia otro país, desde que él era pequeño.
Al ver su publicación, los pretextos salieron a flote; podría escribirle para darle el pésame y decirle cuánto lamentaba su pérdida. Mi cabeza me recordaba que mi autoestima estaba mejor si no hiciera éso y mi ego, también. Pero, como en tantas ocasiones como ésta, me aventuré a buscarlo. Ya sé, hice mal. Éso, si estamos en la postura de juzgar los hechos y la madurez de Julia Eskarra de 41 años.
El mensaje fue breve, le enviaba mis condolencias por su pérdida y para cerrar el texto, le mande mis saludos. Los nervios y el dolor de estómago, llegaron de pronto y ahí se quedaron. Podría suceder que ignorara mi texto o que lo contestara de manera abrupta o cortante. Es increíble, que aún cuando conocemos a las personas, nos atrevamos a ponernos frente a ellos, así sin ropa, sólo esperando la envestida. Somos intrépidos adictos a la adrenalina y a la aventura, o sólo unos estúpidos.
Llegando a mi trabajo, traté de distraerme, haciendo mi rutina, ahuyentando las ganas de mandar otro mensaje, para saber si el anterior llegó o simplemente me ignoró. Pasado el medio día, un manojo de nervios, dos tazas de café y un incipiente desayuno; contestó.
Sus palabras hicieron de mis viseras un trampolín, cayendo desde lo más alto, dejando sin respiración a mi ser. Un mensaje con un tono burlón, como ya sabía que sucedería se abrió al instante; sólo había sido una chiste local, su padre vivo, pero muerto para ellos; me dejó ver como una idiota (nuevamente).
Había sostenido varias elucubraciones en mi cabeza, pero "ésta", salió de todos los ángulos posibles. Qué rayos se contesta a éso?. Habría que mantener una fuerte discusión con Julia Eskarra, para solucionar el aprieto, para no parecer lo que era inevitable.
Qué tenía que estar revisando en su muro, bueno, para empezar; seguido de que no sabía nada de su actual vida. Así que mi mente elaboró un plan, menos estúpido que el anterior. Le diría que "alguien" en común me dijo que en su muro vio algo sobre la muerte de su padre; y yo, como soy tan civilizada y puedo hablar con él (después de nuestro pasado romance), tengo la madurez de manifestarle mis condolencias. Me creería?, ni idea, ya ni siquiera importaba éso, lo importante era, rescatar un poco de las rasgaduras de dignidad que colgaban de mi cuerpo.
Así salió el texto; lo dejé ahí, para ver si podía traer de vuelta algo de mi y de mi ego. Al cabo de unos minutos, tuve que ausentarme de la oficina, dejando el celular sobre el teclado. Me ocupé con asuntos que no lograban distraer mi nerviosismo y devastación. Cuando regresé a revisar mis mensajes, ahí estaba; molesto por la demora de mis respuestas; no cambia el hombre, qué carajos esperaba!
Había tres mensajes en la burbuja; el primero, agradecía el mensaje, el segundo hablaba sobre el gusto que tenía porque mi vida parecía perfecta y mi suerte era muy buena, el tercero, se despedía de manera abrupta, comentando entre líneas una molestia por no recibir pronta respuesta a los dos mensajes anteriores.
Dejar las cosas así, podría se una aceptable acción, pero no, parece que a Julia le agrada ponerse en el tocadero. Así que devolví los mensajes, dando explicaciones a alguien que ya no tenía nada que ver en mi día a día, hablando de mi tardanza por el trabajo y detalles que no eran necesarios. Afortunadamente abrió una puerta, que me permitió salir una vez más victoriosa; por lo menos del aprieto que yo misma me había regalado. Mis palabras argumentaron que me había atrevido a darle el pésame por la historia que habíamos vivido juntos; por lo que le agradecía todo el aprendizaje que mi espíritu había logrado a su lado.
Su ego asomó la cabeza por pocos minutos, para después sumirlo en el fango, como me alegraría hacerlo después. Enrique, dijo "sí, vivimos una gran historia"; mi mente inmediatamente respondió en silencio, "sí, una de terror"; y después, escribí:
- Sí, una gran historia, donde los encuentros no fueron tan afortunados, donde las palabras no fueron las más tiernas y el amor no fue el más correspondido; pero sí una donde hasta el tocar fondo me hizo la mujer que soy, y te agradezco por ello, porque sin ti, no hubiera tenido el crecimiento espiritual que tuve. Toqué fondo y salí más limpia de lo que nunca había estado.
Se hizo un silencio en la conversación, y después de mucho pensar, contestó mil explicaciones de porque prometió un amor incondicional y no lo hizo, etcétera, etc. Así lo dejé, Hablando con alguien que ya no deseaba estar, de nuevo.
No estoy segura si en algún futuro volveremos a encontrarnos o, mi ser se doblegue y mi razón se vuelva a nublar y lo busque; lo que sí se, es que no entiendo qué me ata a él.

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