Se quedó en la playa
En un laberinto de circunstancias, se abrieron recovecos entre la maleza, dejando ver los matices de Julia Eskarra. Aquella que no brilla, la que no habla y aguanta la respiración esperando la llegada de lo inesperado. Sus leves destellos, afligidos y sin vida, salieron a la luz como no debían y causaron estragos por donde pasaron.
El daño estaba hecho para muchas personas, ella misma estaba echa harapos. Mis hijas en su inocencia vivieron los gritos, la soledad y la confusión que llevé a casa. Braulio, mantuvo consigo la deshonra, la soledad y el desamor. Sus ojos me recriminaron muchas veces lo que sus labios no podían, se llenaron de lágrimas y sus manos empuñadas querían desahogar la furia contenida.
El daño también lo hice a Enrique, le cobré caro muchas horas de soledad y vacío; el amor combinado con desdén y rabia, son un terrible elixir. Se lo dosificaba poco a poco. Estaba enferma de enojo y amor a la vez. Hace unos días, alguien dijo que retomar todo esto y hablar sobre ello era "enfermo". Creo que más bien no querer hablar sobre ello, enferma más. Seguir callando lo que se vivió en agonía, no hace que desaparezca o que se olvide. No quiero poner a nadie sobre la mesa, ni llenar mi taza de las lágrimas que se derramaron, ni el espacio de voces pasadas que ya no escucho. La calidez de sus manos y las mías se enfrió en la primavera y el llanto se secó con el Sol. Nos fuimos, cada quien por su lado y ya no está, Julia enamorada y crédula, se fue. Se quedó en la playa aquella vez y no regresó. Y ya no importa.
Lo que es necesario, para la Julia de hoy, es, limpiar. Sacar de cada cajón lo que haya quedado pendiente, lo que se esté pudriendo y se llena de moho, lo que apesta y no quiere seguir teniendo en sus recuerdos.
Estos escritos han sacado de mi alma, recuerdos que ni siquiera sabía que poseía, dolor, emoción, enojo y lágrimas; he enfermado por escribir. Tuve fiebre durante días sin saber o sentir que la tenía. Me he sentido triste y feliz, por haber sido quien fui y por haber salido triunfante de mí misma.
Y la pregunta de alguien, es:
- Para qué escribir sobre eso? si es enfermizo.
La respuesta será entonces, para no cargar más con ello, porque ahí ha estado, latente. Y al escribirlo, se va borrando; se lo lleva el viento a otra parte. A donde se van los amores prohibidos, a donde arriban los dolores y se pierden las voces; ahí los deja, lejos de mí y de los demás. Para acabar de una vez con todo esto y seguir en esta vida y en las que vengan; sin él, de una vez por todas.
Julia Eskarra lo dijo una vez en un audio:
- Asumo lo que hice, nadie me obligó y ya no te culparé más por ello. Fueron tus decisiones y las mías las que hicieron una funesta combinación, de lo que ya pasó.
El daño estaba hecho para muchas personas, ella misma estaba echa harapos. Mis hijas en su inocencia vivieron los gritos, la soledad y la confusión que llevé a casa. Braulio, mantuvo consigo la deshonra, la soledad y el desamor. Sus ojos me recriminaron muchas veces lo que sus labios no podían, se llenaron de lágrimas y sus manos empuñadas querían desahogar la furia contenida.
El daño también lo hice a Enrique, le cobré caro muchas horas de soledad y vacío; el amor combinado con desdén y rabia, son un terrible elixir. Se lo dosificaba poco a poco. Estaba enferma de enojo y amor a la vez. Hace unos días, alguien dijo que retomar todo esto y hablar sobre ello era "enfermo". Creo que más bien no querer hablar sobre ello, enferma más. Seguir callando lo que se vivió en agonía, no hace que desaparezca o que se olvide. No quiero poner a nadie sobre la mesa, ni llenar mi taza de las lágrimas que se derramaron, ni el espacio de voces pasadas que ya no escucho. La calidez de sus manos y las mías se enfrió en la primavera y el llanto se secó con el Sol. Nos fuimos, cada quien por su lado y ya no está, Julia enamorada y crédula, se fue. Se quedó en la playa aquella vez y no regresó. Y ya no importa.
Lo que es necesario, para la Julia de hoy, es, limpiar. Sacar de cada cajón lo que haya quedado pendiente, lo que se esté pudriendo y se llena de moho, lo que apesta y no quiere seguir teniendo en sus recuerdos.
Estos escritos han sacado de mi alma, recuerdos que ni siquiera sabía que poseía, dolor, emoción, enojo y lágrimas; he enfermado por escribir. Tuve fiebre durante días sin saber o sentir que la tenía. Me he sentido triste y feliz, por haber sido quien fui y por haber salido triunfante de mí misma.
Y la pregunta de alguien, es:
- Para qué escribir sobre eso? si es enfermizo.
La respuesta será entonces, para no cargar más con ello, porque ahí ha estado, latente. Y al escribirlo, se va borrando; se lo lleva el viento a otra parte. A donde se van los amores prohibidos, a donde arriban los dolores y se pierden las voces; ahí los deja, lejos de mí y de los demás. Para acabar de una vez con todo esto y seguir en esta vida y en las que vengan; sin él, de una vez por todas.
Julia Eskarra lo dijo una vez en un audio:
- Asumo lo que hice, nadie me obligó y ya no te culparé más por ello. Fueron tus decisiones y las mías las que hicieron una funesta combinación, de lo que ya pasó.
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