Fuiste más que éso...

Fui suficiente? Es una pregunta que me hice constantemente durante los últimos ocho años. Y no podía encontrar la respuesta en alguno de mis recuerdos. En aquellas vagas o vívidas añoranzas o refugios en mi mente. Pero no podía localizarla. Quería sólo una respuesta para poder continuar, para poder avanzar en mi vida y no seguir atada a Enrique; atada por la sensación de no ser lo suficiente para él o para nadie en sí. Poder perdonarle nuevamente, por segunda vez en esta vida. Quería que me gritara una y otra vez que las noches que lloré por su ausencia no fueron en vano, que en alguna parte de la historia me había amado tanto, que era lo suficiente para arriesgar su vida entera. Necesitaba un consuelo a una añoranza rancia, echada a perder; era un hecho que ya apestaba, que tenía desagradable aspecto a una espera que no resultó. Manchada entre sombras, en un rincón lleno de polvo y moho; entretejida con encajes que alguna vez fueron blancos y con las melodías trágicas...