No soy Julia

Hoy, ni ayer, ni hace unos días he querido ser Julia Eskarra, no sé quien soy. Tampoco soy Nube, tampoco soy alguien a quien reconozca ni dentro ni fuera. Ni en los recuerdos, ni en las ilusiones. Ni en la terapia, ni en este escrito. No recuerdo saber quién soy en realidad. Mi vida estuvo perdida de mí misma y mi esencia dormida. Es tan doloroso, no recordarme. Enfermé de todo lo que me ahoga y se ha quedado en la garganta durante años, se había resistido a salir en los pañuelos, pero las lágrimas han rodado sin sentido durante todos estos días. He llorado como no recuerdo hacerlo por mí misma en muchos años. Hoy por primera vez en mucho tiempo supliqué clemencia; al tiempo, a la escucha, a la vida, a traerme de vuelta de donde sea que esté resguardada a mí misma. Porque hoy, como ayer y como mañana, nadie me rescatará, nadie vendrá a abrazarme tan fuerte que logre armarme nuevamente. Nadie llamará para saber vivo o estoy devastada en el baño, hundida en sollozos o doblada, con las piernas dobladas y la cara tapada. Estoy segura que este es el fondo de la locura. 


He cerrado mis redes sociales, ya tenía varios días pensando. Hay tanta gente con la cual hablar y lo he hecho; sin embargo, al cerrar los ojos, me queda el mismo vacío de siempre. Me quedan más preguntas, más silencios que antes. Los hombres con los que he hablado últimamente, sólo han buscado por mis rincones emocionales y mentales la necesidad de una falsa autoestima. Algunas bocas, como la de anoche, dejan sin respiración mi espacio, me dejan hueca, sin rumbo; cuando al principio pareciera que todo podría tenerlo y de pronto se esfuma, se va con los últimos rayos del Sol y no ´pretendo retenerlos más. Mejor así. Algún día, cuando me encuentre no necesitaré ninguna boca, ningún suspiro a mi lado, ningún auto por seguir o cabello que acariciar. Y este llanto, se habrá extinguido. Hoy es el día uno.

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