Sin recuerdos

Corre al monitor, desea ver las primeras líneas antes de olvidar el mínimo detalle, las más ínfimas palabras en la conversación guardada en su mente; quizá varias de ellas cambiadas por la necesidad de sensaciones guardadas para sí.

Abrió la página, y de pronto, todas las líneas dramáticas se esfuman entre la realidad que danza entre el camino de mesa multicolor, con textura rugosa, con triángulos invertidos; se diluyen entre el bies color marrón y el jarrón de cristal soplado con líneas simulando estar fracturado. Se pierden detrás del cuadro que anuncia las cinco mil piezas de la copia de un Monet; nada en sus ríos que fluyen entre los nenúfares y se quedan mudas. Están agotadas de narrar la nada de tantos años. ¿Cuántos años han pasado y sin nada en las manos?, ¿cuántos días han transcurrido sin mencionar siquiera lo que los sueños no olvidan? Casi tres décadas de llamarle en las noches en silencio, casi tres décadas de querer olvidarle mientras los anhelos se aferran.

Enrique sigue siendo el que Julia conoció, con algunas particularidades propias de su mundo. Con su porte varonil, la distinción de su figura le hace aparecer por las mangas de su atuendo cotidiano un hombre distinto, ajeno; los lentes que esconden a quien aún sigue allí; a quien en ocasiones se asoma en alguna llamada; esquivan la mirada que no puede ver ya. Su voz suave y mesurada, que viaja a unos cuantos kilómetros.

Detiene sus dedos en medio de las teclas de la mayúscula y el tabulador, mantiene la mano derecha sostenida en el aire a punto de que su ser decida cómo comenzar. 

¿Cómo comenzar algo que no comienza en realidad?, ¿cómo comenzar a escribir lo que ha terminado hace tanto? Lo que se revuelca entre las cenizas de la fogata, lo que se extingue con el rocío de la mañana, lo que se tomó sin cuidado y sólo ha quedado el vapor entre la copa. Pues así se reescribirá, sin letras, sin recuerdos nuevos, carentes de esperanza alguna; sólo con imágenes creadas por la imaginación, ubicando a Enrique en un espacio y con una forma que sólo le pertenece a Julia. Pintará entre las consonantes lo que desea recordar sin ser en realidad, lo que necesita guardar, sin tener un sitio para remembrar.

Un hola frío, con una solicitud de llamada. Se había prometido no responder un sólo mensaje más; después de una infructuosa espera días atrás. Por el momento el sueño está haciendo las paces con ella y  logra salir a dar su caminata antes de que el Sol ilumine sus pasos. Sabe que debe mantener a la Julia real lejos de la utopía, despierta y feliz como lo está siendo en los últimos meses; en que la paz llegó a su vida.

Sin embargo, no puede evitarlo; minutos después responde:

- Hola, escribir sobre tí, no es precisamente hacerlo sobre lo que eres en realidad; es mi figura de arena que se disuelve cada vez que te respondo y hablamos. Puedes marcar cuando gustes.

Y así fue, momentos más tarde su móvil sonó, Esa voz tan lejana y suave la envolvió en fracción de segundos y la llevó a la otra Julia que no quiere reconocer, que desea olvidar en las lavandas de su entrada.

-¿Cómo estás?- pronunció Enrique.

- Bien, y ¿tú?

- Bien, ¿ya puedes dormir?- Julia no recordaba lo que habían conversado días atrás. La laguna y el monolito visitado, en contraste con el majestuoso teatro rodeado de gárgolas feroces al lado de él, habían permitido diluir la molestia por el olvido de Enrique.

-Sí, ya tengo un par de días durmiendo mejor gracias-

¿Cómo hablar del todo en tan poco tiempo con la persona que no deja de titilar entre el espacio?

Las frases se entrecortaban y los sentidos se expandían. Decir que estoy bien era todo lo que salía de mi boca. Alguna parte de reclamo por no haberse quedado a su lado salió disparada hacia el otro lado del auricular.  ¿Por qué Julia Eskarra de 43 sigue preguntando y reclamando una presencia que decidió irse hace tantos años?, ¿por qué no simplemente deja los cuestionamientos de lado?, si dentro de ella está segura que es lo mejor para ambos. El amor que Julia sintió en su momento por Enrique resultó tan desgarrador y funesto que lo más sano es dejar de amar a quien con tanta intensidad se vivió.

Enrique es y seguirá siendo un peligro en cuanto a amor se refiere para Julia; y no porque Enrique represente un peligro para la vida entera, sino porque su amor no es de esta Tierra, ni de este tiempo. Quizá en otra vida se profesaron estos seres con otros nombres volverse a encontrar y la VIDA, pensando en ellos solamente les jugó una pequeña broma y decidió que no era ésta, la oportunidad que estaban buscando.

Entonces que Julia enseñe a volar a Enrique en sus sueños solamente y que sea éste el único sitio donde sus almas se eleven y finjan lo que un día fue.



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