Tan mía

 Quisiera que de pronto pudiera quitarme quien no soy, quién se esconde dentro de mi y que me paraliza. Esta dualidad me malinterpreta. Desde que desperté hoy sólo he querido dormir, no pensar en que Julia tantas veces toma las riendas de mi ser y cabalga sobre mis campos llenos de suaves blancos esponjosos; que me cansa. Mi pecho ha querido llorar desde las cinco de la mañana. Y tanto Julia como yo, no tenemos ni ápice de lo que nos provoca tan rebuscada sensación. La hemos evadido sin lograr esquivarla por completo. 

La escondí esta tarde sobre el vapor olor frambuesa que sale sutilmente por el frente de mí, y que se escabulle dentro de los lagrimales de Julia. 

La guardé en las costuras de los cojines color gris, ese gris tarde de tormenta combinado con el fucsia que descansa sobre el recién tapizado sillón del consultorio.

Dejé revoloteando esa sensación, en tanto los pacientes recitaban algunas verdades disfrazadas de elocuencia;  dejé a las sombras, reírse de nosotras, mudas entre las dos lámparas que anunciaban la soledad de la noche que se aproxima. Se abrieron los oídos míos para ser quien debo ser en las tardes, para ser quien queremos ser, para ser, el ser para el que me he preparado por años, tras la computadora mientras estudio. En esos momentos Julia, se sienta a un lado del paciente y me observa serena; quizá el tiempo pase rápido y algo de lo que escuche entre líneas le pudiera servir para aminorar la espera y sentir menos vacío el hueco que le crece en el estómago.

Julia ha esperado en muchas ocasiones para no ser ella entre mi mirada. Él me ha comentado últimamente que mis ojos tienen un secreto en lo más profundo de su negrura, y sin saber lo intuye. Pero yo, lo niego; niego a Julia impaciente, a Julia tormentosa, a Julia impetuosa. Aunque muchas noches y días se asoma para envenenarlo conmigo y entre las cálidas sábanas revelar los secretos de nuestro ser que cada vez más lo enloquece.

Un día me pregunté:

- ¿Qué hace que ellos regresen después de que me evaporo entre el tiempo y el amor tormentoso?

Y la respuesta de alguien fue:

- Nadie ama como tú, nadie ama tanto como tú, tu esencia es única.

Me he preguntado en innumerables ocasiones qué diferencia hay... y seguramente es que doy todo, sin mesura, sin medida. Idealizo al ser amado y mi entrega es como si fuese  la última. Sin embargo, existe una parte aún más única para mí y es Julia. Aquella que no calla, que clama la presencia de quien piensa que es suyo,  que hace las noches eternas, los días nostálgicos y que con tantos suspiros anhela el recuerdo de su desventura. Esa figura que hubiera deseado tantas historias y ningún desenlace, que es incapaz de enumerar las noches en que llora descalza bajo las estrellas por algo que jamás fue suyo. Ella sí que es única. Es la única que me escucha y me protege de mí misma, que recoge las tristezas y los olvidos. Ella, que calla lo que no debe asomarse por mis ojos, aquella que es quien nadie sabe que es. A quien cuido, porque sin ella, sería capaz de olvidar,


que ser quienes somos es lo más importante de nuestras existencias.

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