Lujo infértil

 El tiempo crece con prisa conocida, los momentos más importantes se escapan por los tubos de la cocina. Se han quedado boquiabiertos al percatarse que ya no son más que éso. Hubieran querido ser más importantes, pero cómo es algo importante si el mismo hecho que los pudiese contener los deja escapar sin tiento.

Esos instantes que Julia quiso dejar intactos para sí, habían permanecido ocultos para todos, nadie en realidad sabe que ella los acuñó con cada beso y cada una de las lágrimas que remojaron sus tibios labios.

Ahí estuvieron muchos años y con los años se juntaron otros tantos, ésos que le bloquearon el paso a la tranquilidad de tener una vida común. Los nuevos, flotaban en su escondite; como queriendo ser escritos en este espacio, como queriendo ser escuchados por los oídos sordos que los provocaron.

Sin embargo, con tanto que se escondió, con todo aquello que se resguardó, no se ha podido hacer nada. No es posible cubrir el frío del alma con el tejido abierto de los hechos evaporados. No se han podido dejar en ninguna parte lo que se cierra con llave. Se ha tirado la llave porque la pena acecha al saber que aún se guardan cosas que no debieron suceder. Que sólo han sido significativas para Julia.

Los momentos importantes para ella, los tendrá que rescatar de entre las gotas de grifo abierto, mientras enjuaga sus manos, mientras es sólo madre, mientras es sólo esposa, en tanto quisiera reconocer entre ellos un rasgo de lo que acuñó en terapia hace tanto. Sin embargo, sólo esos instantes quedan de lo que negó en su futuro, les cerró el paso por seguridad para todos; porque cómo alguien  dijo:

- ¿Cuánto tiempo te queda para hacer recuerdos como éstos?, ¿cuánto tiempo te queda para dejar el cabello al viento?, ¿cuánto tiempo queda para dejar en el desierto el propio espíritu sin que nadie ni siquiera lo  note?

Julia sólo pudo responder entre sollozos lo que ella sabía con antelación.

No era necesario tener el lujo de dejar sus minutos y sus horas evaporando en la nada, sobre la tierra infértil, no era suficiente dejar la existencia completa a la espera de quien ni siquiera reconoce de la importancia viajera del pasada. No se necesita flagelarse en la tibieza de la cocina mientras sazona el cariño del medio día, preferiblemente será... sacar de su tallo lo indiscutiblemente innecesario. Doblar los recuerdos, los momentos; hacer de ellos un pequeño obsequio y enterrarlos bajo el romero de la barra de la cocina; los pequeños azulejos color blanco con estilo vintage de la década de los cincuentas; sostendrán sobre ella el peso de los años, el peso de la tierra y el agua carcomiendo las partículas de papel empapadas de suspiros viejos. Y al cabo de los mismos días, meses; se anularán entre sus diminutas hojas cada espacio  que ocuparon, cada rayo de luz que ella dejó ver. Y así por fin dejar pasar la lucidez a otras historias, quizá más importantes.


Comentarios

Entradas más populares de este blog

Con vehemencia

Amor