Durante el otoño

 Fueron muchos años al lado de Braulio, sin embargo, al tratar de recapitular dentro de sí para poder rescatar sucesos que puedan desencadenar una historia que contenga eventos sin precedente, se da cuenta que la vida con su compañero de más de viente años ya pasó. Julia le ha perdonado el gran secreto que desencadenó más de una historia compleja para ella.

Julia no comprendía el porqué un hombre que  decía amarla no lograba hacer contacto duradero con ella. Podían pasar años sin que su pareja la tocara o si quiera se percatara de su existencia. Ella consideraba que sólo la veía como madre de sus hijas, una compañera de trabajo, alguien con quien podría tener una compañera de equipo. Aniquiló sus noches y dio paso a sus días. Mientras las dudas le roían la mente.

Un buen día, en el que quizá Julia ya estaba lista para saber la verdad. Porque no es que la verdad se escabulla por los rincones, es que el interior se resiste a conocer la verdad, por la incapacidad para resistirla. En tanto Julia, su espíritu, su mente y su agotamiento ante un matrimonio acabado se mostraban un poco listos para la trágica realidad. De esta manera, sucedió todo.

Un fín de semana durante el otoño, los cuatro habían viajado a la ciudad natal de Julia, estaban listos para disfrutar la tarde con sus hijas paseando por las calles que vieron florecer aquella relación. Cuando, antes de que lo previera Julia, Braulio decidió partir con unos amigos, indicando que pronto regresaría. Julia estaba cansada de que la gente externa tuviera prioridad ante sus planes familiares. 

Molesta tomó el iPad que Braulio había hecho parte de sí y comenzó la tragedia. Ella nunca había tomado aquel objeto preciado, sin embargo, sentía dentro de su pecho la gran inquietud de buscar alguna respuesta a la ausencia presente de aquel personaje. Comenzó a revisar cuidadosamente, con un gran nudo en la garganta y un dolor en todo su cuerpo. Sentada sobre una jardinera del patio delantero de la casa de sus padres , inclinada hacia adelante de su cuerpo; tenía la sensación de estar haciendo algo irremediable. Y así fue.

Abrió fácilmente las conversaciones que tenía en chats su esposo. Abrió la primera, la segunda y la tercera; sólo eran charlas sin importancia para ella, donde había comentarios sobre trivialidades. Julia sabía que encontraría algo que le destruiría el corazón, sin embargo, continuó...

Después de eternos minutos, observó un chat con alguien que ella no conocía. Un ser que ella hubiera preferido no haber visto tras la pantalla, en aquel perfil que le volcaría la existencia. Era un hombre, que ahora no logra recordar del todo; ya que, en aquellos momentos, la vista se le nubló de inmediato. Abrió la conversación y todo comenzó a convertirse en ruinas de a poco. Las frases que se enviaban  ambos  iban encaminadas a un flirteo poco convencional. Braulio hacía alusión a que se mantenía a dieta íntima. En ese momento comprendió todo. sus manos comenzaron a temblar y su llanto infestado de dolor e ira se volvió desastroso. Sintió que la vida estaba terminando, quiso dudar de lo que estaba viendo; su vista se nubló y perdió la cordura por unos instantes. En tanto, su consciencia trató de regresar a ella. Aunque tocaba fuerte las puertas de la razón; pero la desesperación había cerrado con candado.

Sus lágrimas cayeron sobre sus piernas, una tras otra; y con ellas, los años de recuerdos, los reclamos de la soledad, las respuestas a tantas preguntas. Las noches a solas tomaron sentido. Su alma estaba sin rienda. Deseaba lanzar por los aires aquel aparato, sin embargo, se contuvo; para poder tomar captura a tanta mentira cometida contra ella durante una vida entera.

Respiró profundo y guardó las evidencias contra su vida de matrimonio, una vida que quiso mantener perfecta y que se acababa de derrumbar por completo. Enseguida, marcó a Braulio, le solicitó verse de inmediato. Le mandó que pasara por ella a la casa de sus padres.

Los minutos pasaron largos, su vida parecía diminuta ante la tormenta que se veía venir. Los relámpagos que sostenían la mirada de Julia, electrificaban todo lo que ella veía. En menos de veinte minutos Braulio llegó por ella. Julia abrió la pesada puerta de la camioneta que ella no podía usar, acto seguido subió y se sentó iracunda sobre los asientos de piel, azotando la puerta.

Braulio, sorprendido, calló.

Preguntó inmóvil:

- ¿A dónde vamos?

Julia respondió fuera de sí:

- A donde sea

Las luces de los autos iluminaban las sombras cada vez más marcadas del rostro de Julia, de su alma entera, de su futuro que; no lograban dar un poco de esperanza ante aquella escena. Julia no lograba ser la protagonista, de hecho estaba muy detrás de bambalinas, allá oculta entre los vestuarios de los actores. Sosteniendo un gran escudo, pesado y encarnado en sus frías manos. Ese objeto había servido en tantos años para mantener una apariencia ante todos, habría servido de protección para la falsedad, para aquello, que si ella hubiera sabido, quizá no sería ahora Julia Eskarra. Hubiera sido ella misma, sin tener que ser la careta de nadie, quizá ni siquiera se hubiera  casado, quizá sería una viajera que nadie conoce, quizá sería yo misma.

Pero no, Braulio la utilizó para ser parte de un escaparate hermoso que necesitaba para sostener lo que no era capaz de tomar entre sus propias manos. La necesitaba para poder salir de su prisión de juventud, de aquella pequeña ciudad, donde quizá todos conocieron la parte que Julia desconocía. La utilizó para crear una familia que había soñado, para poder mitigar su existencia pura, para huir de sí. Pero ¿quién se creía para tomar la vida de una mujer con sueños irrepetibles, con anhelos de vida, con deseos de sólo ser amada por ser quien es? ¿quién es tan poderoso e importante para tomar un escudo humano y caminar con él dieciséis años?

Sólo él.

Al llegar a la parte más alta de la ciudad, sólo se percibían minúsculos destellos de luces de colores y algunas construcciones de cantera rosa. La camioneta se apagó y los ánimos de Julia se encendieron aún más. Le mostró las capturas a su amor, le gritó:

- ¿Qué demonios es ésto?

Braulio, se paralizó ante lo inevitable.

- ¿Qué es de qué?

- Crees que  soy tonta- respondió Julia - ¿Eres gay? - Comenzó a llorar sin control

- ¡No! - ofendido Braulio contestó.

Julia no pudo más y comenzó a vociferar. De su boca salieron insultos, gritos sin sentido. Dolor contenido, odio y tanto que sentía que si seguía quedaría desquiciada  para siempre.

Braulio, simplemente, respondió:

- Yo te amo.

La noche continuó sin ella, a prisa avanzó con los autos y las luces, con los sonidos de la calle y ella, ella... sólo detuvo su vida en ese momento, no sin antes lanzar por los aires su anillo de bodas que, cayó en el tablero.

Julia no recuerda mucho después de esa confrontación, en la que él lo negó todo, y que si hubiera sido diferente y se hubiera disculpado en ese instante, todo el torrente envenenado hubiera enfriado aquel momento y los siguientes; pero no lo hizo.

Después de algunas horas, quedó aturdida, sus oídos sólo timbraban un zumbido y su cabeza estallaba en dolor, el pecho le dolía al igual que la garganta, sus ojos hinchados no dejaban ya ver su negrura fresca. Se había perdido por completo, ya no era ella, me escondió aún más.


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