En alguna parte del Universo

- Dónde es que estás? - tediosa pregunta, se responde Julia fastidiada.

-No lo sé, no tengo idea, no sé dónde fue la última vez que te vi, y si lo sé no quiero evocar ese recuerdo. Porque lo perdí. Perdí el instante justo donde abrí el maletero y saqué un abrigo a cuadros y lo puse sobre mi vestido azul marino cuello alto- se responde frente a su reflejo en el lago 

Julia se hace nudos sobre preguntas, sobre respuestas que sólo ella puede traer a su mundo, al mundo escondido donde sólo ella mora con sus fantasmas a ciegas.

Ese diminuto espacio donde dobla y desdobla mil recuerdos, donde fallecen las memorias, donde perecen los anhelos, donde se esquivan los monstruos . Donde sólo se convirtió en refugio matizado de negrura 

Se ha ido por completo, ella sólo busca, necesita una voz; quizá sólo un indicio de lucidez cada vez que se esconde en ese pequeño hueco de sí misma.

Que hace que una mujer como Julia busque inevitablemente ese pequeño lugar para no dejar de ser ella? Aún no lo sé, no sé el afán que la impulsa como bala de cañón hacia la destrucción de su estabilidad. Muchas mañanas se ha percatado de sentir en las manos una desesperación que poco a poco se convierte en enojo. Esa ira contenida de no saber nada , de tener una leve sospecha de que aún pudiera existir un leve recuerdo que la mantiene con lo que tanto quiso mantener; le calienta la sangre y al no poder explicar a los demás quien mora en ella, sólo rompe en llanto cuando puede estar a solas. Antes de partir a su trabajo que de encuentra lejos de la ciudad donde ahora vive; siendo aún de madrugada, sube su ventana y acto seguido el volumen de la radio; de este modo ha gritado y llorado porque siente que poco a poco tendrá que olvidarse de ella y cerrar ese refugio funesto y frío.

Quizá pronto sea el momento, el tiempo en el que ya nada la ata, en qué nadie habla, en el que nadie escucha. Una parte de Julia ha quedado en pausa.

Se imagina cuando llora lejos de todo sentido, que se está pintando de un color invisible, que sus propias lágrimas saladas le queman el rostro y le arrancan las ropas. Se ausenta de lo que pensó que jamás se debió olvidar. Poco a poco se está quedando sin ánimos de seguir en un lugar donde sólo se habla a sí, en ocasiones responde; pero la mayoría de las veces ya se queda, mejor callada.

Se está quedando sin interés de permanecer; mientras camina por las calles, maneja o se baña, se cuestiona qué la sigue llevando a la nada. No sabe bien lo que la devuelve a ese silencio. Antes cuando aún su cuerpo respiraban toxinas de Enrique, podía darse cuenta de que había un motivo por el cuál ella seguía regresando a ese sitio. Pero desde que hubo un incidente en su vida dejó de tener el interés que se sostuvo de sus cabellos durante tantos años, y aún, cuando regresó a la ciudad donde la mayor parte de su vida vivió y era, entonces la ciudad donde habría más probabilidad de encontrarlo de manera azarosa en algún sitio; comenzó a perder el interés aún más y la necesidad que le movía su sólo recuerdo.

Se ha estado dando cuenta que dentro de su pecho ya no está Enrique, dentro de su pensamiento se está evaporando. Antes, cuando lo pensaba, se removía algo dentro de su alma; pero nadie en la existencia de Julia, había logrado lo que ha logrado el hombre con el que ha reconstruido su vida; arrancar sus torpes y frías raíces que sólo estaban sostenidas de un poco de interés y tiempo. Porqué evocar a quien ni siquiera tuvo consigo de manera estable, porqué aprisionar un recuerdo de quien nunca amó de verdad, porqué desear verle o hablarle cuando ni siquiera le provoca ya sentimiento alguno. Y entonces, comenzó a comparar las situaciones de los hombres de su vida; y de pronto, se percató, que estaba siendo como Alan, como Braulio, como tantos, ósea... nadie ya, nadie que desee volver a ver, nadie que le provoca amor, ni admiración.

Después de esta reflexión le llegó una sensación de alivio, de paz interior. Y decidió que si en alguna ocasión sale ella de mí y desea escribir a mi lado sobre Enrique, es sólo porque una parte de ella no ha sanado y le sigue causando conflicto en su vida actual; pero no porque Enrique importe como un amor, ni siquiera como ser humano, sino porque sus huellas negativas aún están como reflejos tristes de lo que él hizo y decidió no reparar, ni aceptar.

Así, como cuando Julia va de la mano por la calle con él, y se atraviesa un poste; ella de manera inmediata suelta la mano del hombre de su vida por miedo inconsciente de que le golpeé el brazo con aquel objeto urbano. Es sólo ya el instinto de supervivencia que dejó Enrique grabado, como tantos otros. Que en alguna de las siguientes ocasiones serán relatados, para ser aceptados como la parte nefasta de un ser narcisista que decidió lastimar de manera profunda una y otra vez. 

Que Julia y yo, entonces tomemos las riendas de estos botones de alarma que nadie detona ahora y en la medida de lo posible se queden en alguna parte del Universo, pero ya no, en nosotras.


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