Viernes por la tarde


 Julia anhelaría no estar en estos momentos sentada existiendo, desearía ser la que no o es por completo. La que vive una vida normal allá afuera, lejos de sus arrebatos, lejos de los que detesta nombrar; esos que le está costando dolor abrirlos ante su terapeuta... "sus traumas". Qué pésima palabra, qué remota emoción provoca en sus entrañas el sonido de este vocablo. Ojalá los seres humanos sólo pudiesen continuar una existencia sin esas anclas que de pronto parece que se pierden en el profundo mar y de pronto, en un viernes de terapia, aparecen como estacas en el pecho que simulan siempre haber existido encarnadas en su ser.

Julia ha reconstruido su existencia de la nada, del rompecabezas tirado en la duela color caoba, ha ido acomodando pieza por pieza dentro de sí,  ha levantado una gran muralla entre su pasado y su hermoso presente; sin embargo, meses atrás, ha surgido una estela de oscuridad en su ser. Las ganas de estar dormida por las tardes, las inmensas ganas de desbordar su torrente por sus negros ojos y la sensación de que Julia aparece cada vez más palpitante dentro, han hecho que se cuestione si la depresión está de vuelta. 

Como cuando Enrique le hizo padecer una interminable espera de nada, una pausa a su existencia, porque él no la reconocía; ni por las tardes, menos por las noches cuando tomaba a su esposa, en lugar de estar con su amante. Así apareció su depresión por segunda vez. La primera surgió cuando en aquella privada la dejó llorando por otra, con la que la engañó. Donde le robó el sentido de su existencia, donde le arrancó la inocencia, donde la despojó de la poca  paz que aún conservaba, la tranquilidad y la confianza en los hombres... en ella misma.

Así se empezaba a sentir por prolongados momentos en su día a día, en su nueva vida. Pero se preguntaba... si el viento no mueve las hojas, ¿qué las hace caer sobre el pavimento, si mi viento ya no existe en la realidad, qué hace que Julia de pronto se sienta como antes?

No lograba discernir, su consciencia equilibrada no le daba la solución que ella necesitaba. Por éso recurrió a la terapia. Necesitaba buscar entre sus ropas, en sus cabellos, en sus olvidos, quizá lo que no era momento de olvidar, o quizá no lo había dejado de la manera correcta. Aceptar que Enrique era como es, ni más ni más. Y es que ella, por lo regular, ha minimizado muchas de las acciones de él por vergüenza de haberlas permitido. Por no reconocerse como una mujer sin voluntad, sin carácter, sin autoestima suficiente para haber puesto un alto a tanto. O quizá en su mente rebuscada no lo ha querido ver sin la máscara de amor, y proteger un poco de lo que le queda para poderse atar en ese recuerdo putrefacto y no dejarlo ir por completo; aunque él ya desde nunca ha

 estado en realidad.

Desea resolver la encrucijada de muchas hojas sueltas dentro de esta historia y sentirse bien. Sentirse merecedora del amor que está viviendo, sentirse sin miedo de una traición, un abandono, un olvidó ... Como lo hizo Enrique o Braulio. Desea despojarse de esos dolores para seguir limpia, quiere arrancar de su inconsciente las alarmas que se detonan con cualquier cosa un estado de alerta a lo que en la realidad no está sucediendo, sólo en su oscuro pasado.

Que pare pronto, que se detenga, que se resuelva, que olvide, que perdone.... Que Julia logre andar sin nada de ello, sin ellos, por fin.

Entonces, quizá sea que la terapia pudiera carmenar todo aquello que Julia está en estos momentos  conteniendo dentro de ella y terminar por fin con sus recuerdos primitivos de todo lo que le está ensombreciendo su vida actual. Sin embargo, en esa hora de los viernes a las seis, salen de ella dolores y llanto que hubiera querido perder. 

Cómo se desenreda tanto abuso? Dónde se deja lo absurdo? 

Quizá ahí está la solución de no poder aniquilar los recuerdos, que entre más peso en su pecho, más difícil es que salgan en un respiro profundo. Quizá con un llanto exhaustivo que el terapeuta provoque, salga Enrique con todo y sus memorias, y, de la mano Braulio. Para poder seguir sin huellas en la arena, sin humedad entre sus prendas, sin carga en su espíritu. Tan libre, tan ella.


Comentarios

Entradas más populares de este blog

Con vehemencia

Amor