Buscarlo de nuevo


 Y de pronto, todo toma un giro repentino.

Las manos de Julia comienzan a temblar por el miedo a la tormenta que se avecina. Es muy probable que esa tormenta se lleve todo lo que Julia había cosido a las ramas de las ramas que penden de las canteras rosadas de la calzada empapada.

Lanzó unos hilos invisibles a las ramas caídas, y comenzó a coser... Hojas secas, colores extraños, lágrimas de antaño, dolor de estómago, amuletos secretos y cartas al olvido. Cosió sin descanso durante las noches que se escapaba de casa, durante las horas de insomnio; unos minutos antes del alba. Mientras cosía, las lágrimas que habían estado secas rodaban por sus mejillas. Realmente necesitaba encontrar una solución a lo que durante los últimos meses estaba sucediendo en su interior.

Una tristeza profunda llegaba irrespetuosa como tifón, se llevaba con ella las ganas de continuar, la esperanza de lograr más de lo que hasta ese momento había logrado de manera vertiginosa. Se mantenía estoica durante el día, trataba de convencerse de que todo estaba bien. Se hablaba a sí misma y se dejaba convencer, como quien necesita un paleativo antes de morir. Sus murmullos se anidaban dentro de las redondas gotas saladas, se decía a sí:

- Es sólo un espacio adimencional de tu ser, no eres rara, sólo no eres de aquí- sollozaba en silencio.

El dolor en el pecho la llevaba por las noches, antes de dormir, a recorrer los escalones hasta llegar a la parte superior de la escalera que llevaba a su consultorio. Se sentaba y pegaba sus rodillas a sus senos. Bajaba la cabeza y respiraba profundo. Esta posición le daba la sensación de inexistencia, sus oídos se tapaban y su mente se silenciaba.

Un pequeño alto a lo que parece no tener fin, a lo que se guarda, se saca, se lava entre las lágrimas y se talla con ausencia, se pone a la luz de la Luna y se espera que se evapore con los primeros rayos del Sol.

Pero al día siguiente sólo se visualiza más auténtico el dolor, más fuerte, más autosuficiente y a Julia se le presenta en la cara lo débil que es.

Dónde está?

Deseaba saber muchas cosas que ha callado por años, pero en estos momentos, necesitaba otro tipo de respuestas, lleva ya varios años buscando respuestas a síntomas temporales que sólo aparecen en primavera y se acentúan en verano. La debilitan y a pensar de acudir en repetidas ocasiones, cada año a diferentes especialistas, ninguno cree que la misma enfermedad se asome cada año, puesto que en los estudios no aparece ninguna bacteria.

Hace muchos años, un año antes de reencontrarse por primera vez con Enrique, Julia enfermó gravemente. Su espíritu lleno de soledad y abandono por haber puesto sus esperanzas en Braulio le quitó de su ser las defensas que necesitaba para combatir la Brusela. Esa enfermedad extraña se combinó perfectamente con su depresión.

Los meses en cama la debilitaron, el sueño y el agotamiento físico y emocional le comían las entrañas, las altas temperaturas la dejaban sin sentido. Su alimentación a base de naranjas, leche de soya y arroz cocido no le brindaba lo suficiente para salir pronto de está situación; con menos razón la ausencia de su esposo.

La necesidad de recapitular esos años de depresión posteriores al restablecimiento de su salud, se debe a que en los últimos meses, las secuelas volvieron a aparecer. Se agota, su estómago duele, el agotamiento aparece y se va repentinamente, se siente con fiebre; empero no aparece enfermedad alguna.

El último especialista que visitó, le solicitó buscara información sobre los años posteriores a su enfermedad y los síntomas que habían sido recurrentes, ésto para evitar estudios dolorosos, como punción lumbar; entre otros. Sin embargo, después de su enfermedad la convivencia con sus seres queridos estaba débil como ella.

Era importante que Julia recabara toda la  información que ella no recuerda.por el daño que tuvo un año después por la relación desastrosa que tuvo con Enrique.

Esto lograría quizá que recupere su bienestar. Los últimos días, ha tratado de hablar con su madre, con sus hijas;  pero ellas sólo recuerdan que cuando viajaba en auto, en muchas ocasiones se detenía a volver el estómago de la nada. Es el único recuerdo que les llega. Sin embargo, no es suficiente para lograr vislumbrar el desarrollo de esta enfermedad.

Julia recorrió a Enrique, en su última opción. Tomó su móvil y volvió a buscar entre la internet el número de él o su empresa. Cuando lo obtuvo, sabía en su ser que él no respondería, pero la preocupación por su salud y el cansancio de mo mejorar, la hicieron tirar su autoestima entre los verdes campos.

Escribió un mensaje de texto:

- Hola, necesito saber alguna información del tiempo en el que estábamos juntos.

Los días pasaron y Julia corrió al campo para peinar el área y sacar su autoestima enlodada por las lluvias.

Enrique sigue y seguirá siendo quien nunca estuvo y no estará.

Ahora, empiezan los recorridos a solas para sanar lo que hace años casi la mata. Que el tiempo pase y ella logre olvidar que nuevamente arrastró su dignidad. Que el campo seque sus pastos verdes y no reconozcan sus pedazos cuando la vean pasar.

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