Quédate conmigo
El Sol matutino iluminó la desconocida ciudad donde se encuentra. Está cansada, ha dormido poco y desearía tener más tiempo para dejar sus sueños reposar sobre su almohada. Ha caminado varias calles tratando de encontrar un buen sitio para descansar. Una banca con estructura metálica y barras de madera reposan sobre cantera pulida de color desteñido, los ficus pequeños que crecen lentamente entre cada una de ellas, brinda una sombra insípida.
Reposa su cuerpo sobre aquella mañana, respira profundo y levanta su suene mirada hacia el cielo azul. La miro y me da una sospecha de que no ha notado mi presencia, nunca lo ha querido reconocer del todo. Julia sabe que quizá se escapa sin regreso de mis entrañas, empero, prefiere disimular que no existo; que sólo es su ser quien late en esta dimensión.
Si tan sólo me mirara un poco, ahí sentada junto a ella, respirando a su mismo ritmo, a través de su propia existencia; le sería más sencillo sobrellevar muchas de las situaciones que avasallan algunos de sus días. Si tan sólo se diera cuenta que su historia es tan mía como suya, su carga sería más ligera. Si tan sólo leyera cada uno de los renglones escritos sobre ella, tendría idea de todo lo que ha transcurrido en su andar, sabría que es más serena de lo que aquél fastuoso personaje le dijo, sabría que es más que suficiente para ella y para mí.
Si tan sólo se observara como yo lo hago, se dejaría de rasgar las piernas cuando lo que más desea es desaparecer para ambas, dejaría de dejar cicatrices en sus brazos que aún se observan después de tantos triunfos y sinsabores.
En lugar de éso, se abrazaría sin soltarse, se acariciaría el largo cabello negro; se tocaría el rostro cubierto de pecas, se susurraría palabras de amor que se olvidaron en un callejón. En lugar de éso, la abrazaría como quién no supo abrazarle.
Julia querida, estás herida, reconstruida, sola, fuerte, impetuosa, agotada, llena de amor y desafiante. Olvidada y presente.
Logro ver tu latir a través de tus venas gruesas en tus manos con manicura neutra recién hecha.
Logro percibir tus sueños, ésos que pasan y ya no se nombran, noto tus labios quietos con su nombre entre sus líneas carnosas. Identifico perfectamente el olvido que dejas en los pensamientos que ya no pronuncias.
Percibo tu profundo respirar en tus pulmones, noto como la temperatura de tu piel se confunde con el calor de esta desconocida ciudad y los calosfríos que surgen entre tus senos cubiertos de encaje negro. Estás ahí para ti y yo para ti, todavía más, porque sólo estamos nosotras aquí entre estas líneas a oscuras. Sin que nadie me lea, sin que nadie nos note.
Quédate sutil conmigo en esta banca por más tiempo, quiero ver el viento en tus faldas; intrépido y tierno, deseo ver el tiempo en las lágrimas que ya no se asoman. Quédate conmigo.
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