En la brisa y la niebla
El silencio se pierde, se vuelve ligero y sin moral; se había prometido ahuyentar todo tipo de vista hacia afuera. Todo tipo de peligro... Aunque fuera en sus profundos y secretos deseos. Esos anhelos de que la brisa traiga consigo un murmullo por lo menos, aunque sea un aliento desde lo lejos.
Aún cuando se necesita asomar por el frío cristal, el silencio seguirá siendo sólo éso, un silencio que nadie quiere y todos tienen.
A través de Julia lo pronuncio, a través de sus manos inhabilitadas lo moldeo. Le doy forma para que un día se canse de ser y se vuelva gritos, se torne en las palabras que no está segura de haber escuchado alguna vez.
Sería importante lanzarlo por la ventanilla del auto en el que mi cabello se enreda, sería tranquilizador soltarlo en la niebla matutina. Pero no, se incrusta con afán sigiloso entre mis prendas, entre mis lágrimas.
Julia no ha querido terminar con ésto, cuánto más me aferro a continuar sola, Julia me recuerda que el silencio es lo de manos, que tanto vano recuerdo no cabe en el portaequipaje. Aún cuando todo ya estaba empacado para arrancar por el desierto sin él, sin ella; no es posible que entre sola y arranque con rumbo desconocido. Sabe ella que él y yo son una sombra aniquilante.
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