Sola, conmigo

 Que daño tan grande ha propinado Braulio a Julia.

Hace un par de semanas, había podido decir que todo estaba mejor; que el daño estaba siendo enterrado bajo las lavandas frescas de su patio trasero, escondiendo entre sus delicadas florecillas, tejidas entre las ramas verde seco; el dolor y la vergüenza. Ya se había mitigado un poco la furia contenida de más de 20 años y más el pilón de asco y repulsión, con ayuda del último ciclón del año. Se había medio limpiado la cara de Julia y sus hijas. Sin embargo, la realidad es otra.

Es funesto tener que escribir sobre lo que pudo haber sido el último resguardo de cordura, sin embargo, ni ella ni yo, sabemos qué descifrar de esta pudredumbre.

Alguien dijo entre ojos de incredulidad:

- Cómo has soportado tanto?

Y la verdad Julia, ni siquiera había observado sus pasos enlodados de años.

Siempre pensó que el lodo que se escurría por sus dedos mientras caminaba semi desnuda por la noche, de un sitio a otro, era de sí, pero no; era de Braulio y sus mentiras, esas que le enrojecieron sus ayeres. Ahora gracias a tanto desatino, no le quedan muchas ganas de sonreír, ni con él, ni con nadie .

Se siente impotente, ni ella misma había recapacitado ante la gravedad de las circunstancias, sus hijas y ella sólo trataron de continuar con el nudo en la garganta y la vergüenza en los hombros.

Aquella noche, las estrellas sólo tintineaban asombradas por los gritos de dolor, por el desgarro de la voz de Julia al proclamar con la miradas levantada:

- Noooo!, Por favor Dios, no!

Viajó por cuatro horas a media noche, deseaba salir de ahí y sólo gritar. Sus lamentos no pedían ya un destino diferente, sabía que no era posible; sólo suplicaba resistencia, de ella y sus hijas. Cuánto más iba a doler, cuánto más tendría que aprender y a qué costo. Pero quién más le dolía, eran ellas:

- Cómo van a continuar con ésto y más, ella que está sola, tan lejos de los brazos de Julia, su madre.

Este desvarío de Braulio, quizá será lo más difícil de perdonar.

A veces quisiera poder hablar con Enrique, para poder sentirse que hay un silencio que le guarda ésto, pero en ésto y en todo, está sola; conmigo.


Comentarios

Entradas más populares de este blog

Con vehemencia

Amor