Un sueño


 Es un día soleado, el Sol se ha desnudado por completo, el vestido vaporoso de Julia revolotea al sonido del viento entre todo aquel desierto espacio. Las blancas telas golpean las piernas calientes y dan la sensación de que vuela sola por aquél inmenso paisaje. Su negro cabello le tapa la cara, sus labios rojo bermellón exhalan profundamente la respiración contenido de tantos anhelos que tenía sobre ese preciso día.

El jardín preciosamente diseñado con esmero, rodea la mirada de Julia. Los árboles de flores diminutas color blanco, con pistilos amarillos recuerdan a sus ojos que alguien tenía la intensión de que su mirada las disfrutara. Los pasillos con baldosas limitados por arbustos chaparros la llevan por su ensueño cumplido. Se ha detenido por un momento, abre sus brazos y respira profundo; unas lágrimas salen ligeras y se secan mientras caminan por sus mejillas. El lugar es increíble. 

Levanta sus brazos y se tapa con ambas manos, su interior le ha elaborado una duda. Es tanta belleza realmente para ella?

Desvela sus ojos y logra observar los grandes ventanales que simétricamente asoman la pulcritud de su interior. Uno de ellos se ha quedado con la puerta corrida y deja entrar el viento fuerte. Julia imita el desorden que hace sobre las cortinas blancas; ésas que se arremolinan entre ellas y dejan ver la sala de estar repleta de cojines regordetes sutilmente acomodados. Los tonos grisáseos y blancos entonan silencios que resuenan en las finas figuras de plata que decoran la mesa de centro. Los blancos jarrones de porcelana han arrebatado los espacios más amplios de la bufetera que reposa paralela al comedor. 

El camino de mesa, diseñado en algodón; con orillas bordadas a mano, completamente blanco; pareciera sostener con estoicismo el florero que hidrata y contiene a los largos y verdes helechos. Las lámparas que iluminan por las noches penden sin esfuerzo del techo que protege todo el espacio.

Aquella casa, que más le parece un cuento de hadas, que la realidad magestuosa que está viviendo; le deslumbra la vista. Le abre los sentidos, 

Siempre soñó un sitio parecido... Tan abierto, tan limpio, tan suave, tan quieto, tan muerto.

Si tan sólo una promesa se hubiese cumplido, una de tantas, está irrealidad quizá, sería palpable para su historia. Pero no, ésto sólo es un sueño. Un deseo entre tantos.

Aquel día, un día en qué sintió que realmente la amaba, le pidió:

- Algún día diseñarás y construirás una casa con grandes ventanales para mí? - suspiró Julia

- Sí, la haré para ti- respondió Enrique.

Años atrás Julia estaba consciente que no quería casa, ni ventanales, ni cortinas blancas tersas y suaves. Sólo hubiera querido que la promesa de amor, hubiese sido real 

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