Cúbrete con la blanca frazada en este breve


 El espejo sombrío que pende de la pared del cuarto de lavado asoma, entre su marco magenta; aquellos cabellos desalineados de Julia. Comienza su rutina sin siquiera lograr mirarse un poco. Hubiera sido bueno que lo hiciera, para que por hoy se diera por vencida y dejara caer su pesados pensamientos entretegidos con sensación de ausencia, sobre aquella frazada blanca.

Estaba cansada de mantener un cara de estabilidad ante los ojos de los demás, mientras su nuevo matrimonio se sacudía por los tremendos vendavales que azotan las avenidas.

No quedaba tiempo para llorar y desmoronarse, había que seguir, hay que seguir. Se tendría que otorgar un permiso para poder soltar todo y sólo reestablecer su ser para poder continuar.

Sabes una cosa Julia, deja todo por hoy, son a penas las 9 am, pero yo haré que no veo que todo se quedó intacto. La taza a medio beber y la música antigua sonando entre los muros de este espacio fastidiosamente iluminado.  Túmbate en la cama y, quizá, mañana seas la que deseabas ser.

Porque no hay murmuros que te hagan desahogarte,  no escucha nadie tus ganas de hablar sobre cómo te sientes. Los amigos o los que pudieron ser un apoyo, no recordamos dónde están.

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