Creo que no lo he intentado con suficiente vehemencia, quizá si todas mis fuerzas se enfocan en avanzar en todos los sentidos. Quizá si sólo te dejo sentado en el asiento de atrás y te observo cuando volteo un poco? Sé que ésto ya suena a algo fuera de lugar y el darme permiso de seguir es cada día más oscuro. Tantos días sólo desearía decirte que fue un buen día, que fue un día difícil o que simplemente estoy aquí, pero me siento absurda haciéndolo. Y sin embargo, cuando tengo la esperanza de que un día me hables. Por fin, me digo que no es una realidad y sucede que me enfoco en otras cosas. Pero nuevamente vuelve esta espera desafortunada. Ojalá el agotamiento por seguir escribiendo sin sentido, el hastío de esperar a que me hables y podamos ser unos desconocidos nuevamente; me arranque de tajo las ganas.
Sobre la cintura de Julia juegan las puntas del cabello negro y lacio, le hacen suaves cosquillas mientras trata de concentrar su atención, siendo inútil. La mañana vibra desde dentro, el té verde con matcha está por enfriarse. Julia desea fervientemente despojar su mente de él. No es capaz ni siquiera de pronunciar su nombre. Si bien, es de esperarse que en los últimos escritos no figuran ni siquiera sus iniciales, como algún día lo hicieron. Esas cuatro letras mayúsculas se derritieron con el Sol del verano y se inundaron con las lluvias. Queda sobre su piel solamente una delgada bata color marfil, pero su nombre, se ha ido Julia sostiene sobre sus escritos la idea de que todo éso puede por fin tomar otra forma. Durante años ha soñado con tonterías y está convencida que si no se han perdido, por lo menos los puede doblar de formas múltiples, que hagan que tome otro sentido toda esta historia. Y quizá, así se conviertan en aviones que vuelen lejos, en barquitos de papel que fluya...
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