Tú sin ti


 La alarma ha sonado, Julia la ha programado con una canción de sus felices 14. Como si la música de pronto pudiera tener la magia para quitarle de los ojos los años y los recuerdos. Abre sus ojos y se da cuenta que aún no amanece. 

Este trabajo que por  veinticinco años ha realizado, empieza a cansarle la piel. Debe en todo momento estar contenta, pues lo tiene todo. Empero, hay algunos vacíos que le llenan el alma y la han mantenido triste durante muchos años. Quizá, esa tristeza es la que alejó a quién no se quedó. Pensó sin cerrar los ojos. 

Debía levantar su cuerpo de las sábanas blancas, acomodar su larga melena negra, enredada por las horas de la noche. Dentro de su mente se hilvanan los pensamientos de que en lugar de trasladarse por una hora, pudiera levantarse con agrado a tomar un café y sentarse a escribir, a corregir, a editar sus sueños. Su libro la tiene inquieta, la tiene al borde del grito a Enrique. Aún le quedan preguntas que van surgiendo conforme pasan los meses. Cuando ambas sabemos que ésto debió haber concluido hace 30 años.

La mayoría de las personas en sus sentidos estables, han olvidado, han dejado pendientes; los han hecho a un lado. Pero Julia, los tiene por ratos presentes en su vida cotidiana. Como un castigo auto impuesto. 

Baja las escaleras observando sus rodillas, alterando su mirada, pendiente de sus plantas, esas plantas que de manera inconsciente ama con su ser. Son infértiles, ante su cognición. Nunca darán un sólo botón de flor. Son tan intensos sus tonos de verde que le recuerdan que está viva, pero que dentro de ella, ya no hay memorias fértiles.

El tiempo corre y ella, permanece absorta. Ese recuerdo en particular no la ha dejado desde ayer. Hay una noticia que muy dentro de ella sabía, pero que su apego no la dejaba ver. Se ha ido definitivamente. Se fue tan lejos como pudo, y apenas, anoche se percató. Abrió las redes y texteó en búsqueda su nombre. Aún cuando ella sabe que no tenía acceso alguno desde hace años. Y apareció delante de ella lo que no tenía idea.

Durmió mal, parece que tanta información vista en un par de minutos, la hubiera dejado sin sueño. Quizá hubiera sido mejor seguir sin saber nada. Pero no. Abrió la red y con prisa observó lo que pudo, como si alguien fuera a rastrear su curiosidad y acusarla. 

Su camisón corto color lila, con pequeñas florecillas amarillas; diseñado en seda con tirantes delgados y sueve encaje sobre sus senos, se ha deslizado suavemente sobre su piel. Es hora de que las gotas en torrente refresquen sus tristezas y lo dejen ir por completo.

Mientras la espuma que se posa sobre su cuerpo desnudo corre con el agua tibia, su pensamiento se cuestiona:

- Para qué quiero que viva cerca?

Para nada, le resueno yo en la ducha. Tu única intensión y necesidad es poder hablar con él. Como mucho tiempo lo hicimos, como un amigo, como un cómplice.

Pero quizá es lo mejor, ahora que lo observa. Así está mejor. 

Comentarios

Entradas más populares de este blog

Amor

Con vehemencia