Diecisiete de nuevo

Tener cuarenta y dos años, no me exime de sentirme como de diecisiete. Julia Eskarra había decidido dejar de sentirse estúpida, desde hace muchísimos años. Dejar de lado la devaluación emocional que había arrastrado durante su etapa juvenil. Donde la súplica por atención era un ir y venir entre sus manos, donde el viento se llevaba su dignidad en los peores momentos. Y de pronto, dentro del paréntesis se abrió a lo lejos otro nuevo, con olor a hierba fresca y suave sabor a libertad. Un día, unas palabras fueron suficientes para aprender de otros mundos, donde quizá pudiese depositar lo más auténtico que se había reservado para sí. Julia Eskarra abrió su corazón a la primera oportunidad, como una colegiala estúpida. Nunca lo había visto de la manera que lo podía ver a la distancia, era una especie de prototipo. Su voz era tan penetratante que podía escuchar una y otra vez, los largos audios que enviaba. Mientras caminaba por debajo de los grandes pirules, levantaba la mirada y...