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Mostrando las entradas de agosto, 2023

Te necesito

 Quiero llorar, gritar, maldecir, resistir, saltar, huir, golpear; pretendo dentro de Julia anidar todo mi dolor disfrazado de irá. El recuerdo fresco acecha por momentos, me hace aterrizar en la realidad que deseo esconder en el cajón de los cubiertos. Anhelo que esa realidad se revuelque en los brillos absurdos de la fantasía, que se empape de lo inexistente, para que duela menos, para asimilar mejor. Es absurdo el cómo ahora ya soy yo, solamente; aquí abierta desde la nuca hasta las entrañas. Parecía que Julia era más fuerte, que era la que vivía alternamente para poder sostener lo insostenible de lo que yo no era capaz de afrontar; empero ya ni ella es capaz de vivir por mí, no es capaz de arrebatarme esta pesadumbre, este enojo extremo por Braulio. Se ha esfumado, espero, sólo por un tiempo, en lo que dejo de llorar por los rincones, en lo que mi alma se contiene de nuevo y se deposita en el interior de la Julia que me proteje.

Cómo se vive con éso?

 Las teclas han saltado entre los helechos gigantes distribuidos por el patio trasero de la casa colonial donde sobrevivía Julia, sus hojas recibieron letras sin ningún argumento sensato. Las primeras gotas de lluvia avisaban la gran tormenta que se acercaba sigilosa.  Julia seguía golpeando con el primer instrumento que se encontró a su paso, una pala resguardada detrás del centro de lavado. Golpeaba una y otra vez sobre la  computadora que contenía parte de la miseria de Braulio.  Parecía hace unas semanas, que la historia de su exesposo se estaba añejando y quedándose poco a poco, inhabilitada; sin embargo, el lunes la tragedia atacó por la espalda. Las funestas frases sobre más porquería al respecto, habían paralizado a Julia. La dejaron inmóvil, fría, desorientada, sin fuerzas. Y hoy, había despertando. Buscó aquel dispositivo y lo azotó contra el piso, al ver qué no se liberaba de un minúsculo sentimiento, siquiera. Buscó algo más fuerte que su desesperación, q...

Quédate conmigo

Imagen
 El Sol matutino iluminó la desconocida ciudad donde se encuentra. Está cansada, ha dormido poco y desearía  tener  más tiempo para dejar sus sueños reposar sobre su almohada. Ha caminado varias calles tratando de encontrar un buen sitio para descansar. Una banca con estructura metálica y barras de madera reposan sobre cantera pulida de color desteñido, los ficus pequeños que crecen lentamente entre cada una de ellas, brinda una sombra insípida. Reposa su cuerpo sobre aquella mañana, respira profundo y levanta su suene mirada hacia el cielo azul. La miro y me da una sospecha de que no ha notado mi presencia, nunca lo ha querido reconocer del todo. Julia sabe que quizá se escapa sin regreso de mis entrañas, empero, prefiere disimular que no existo; que sólo es su ser quien late en esta dimensión. Si tan sólo me mirara un poco, ahí sentada junto a ella, respirando a su mismo ritmo, a través de su propia existencia; le sería más sencillo sobrellevar muchas de las situaciones...