Sola, conmigo
Que daño tan grande ha propinado Braulio a Julia. Hace un par de semanas, había podido decir que todo estaba mejor; que el daño estaba siendo enterrado bajo las lavandas frescas de su patio trasero, escondiendo entre sus delicadas florecillas, tejidas entre las ramas verde seco; el dolor y la vergüenza. Ya se había mitigado un poco la furia contenida de más de 20 años y más el pilón de asco y repulsión, con ayuda del último ciclón del año. Se había medio limpiado la cara de Julia y sus hijas. Sin embargo, la realidad es otra. Es funesto tener que escribir sobre lo que pudo haber sido el último resguardo de cordura, sin embargo, ni ella ni yo, sabemos qué descifrar de esta pudredumbre. Alguien dijo entre ojos de incredulidad: - Cómo has soportado tanto? Y la verdad Julia, ni siquiera había observado sus pasos enlodados de años. Siempre pensó que el lodo que se escurría por sus dedos mientras caminaba semi desnuda por la noche, de un sitio a otro, era de sí, pero no; era de Braulio ...