Por la ventana

La perfección de la vida se cansó de la ligereza; aquel día, simplemente, hizo sus maletas y se fue de casa. Estaba cansada de posarse frente a mí y tratar de maquillar mi vida día tras día. Sencillamente se largó, se escabulló azotando la puerta; dejó de lado la mesura, estaba agotada de mí. Me miró aquella mañana y se quedó callada, parecía desvanecerse por la rendija del lavavajillas y evaporarse por la campana de la estufa. Su mirada estaba desencajada, estaba rendida y no podía más. No cruzamos frase alguna, sólo se fue. La casa estaba vacía de ella, estaba de nuevo como antes; con los rayos de Sol entrando sin orden por entre las cortinas, y las partículas de algo flotando lentas frente a las ventanas. Me quedé sentada en la barra de la cocina de aquella casona que se había convertido en un bello hogar por varios meses, esperando que aquella que salió derrotada volviera. Me serví un café y esperé, el silencio estaba presente; me daba la espalda y susurraba entre die...