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Mostrando las entradas de mayo, 2019

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La sonrisa de Enrique era especial, tenía cierto tono de misterio que escondía entre la mejilla derecha; ya que lo hacía más bien como una mueca, esta reacción instantánea se desataba entre líneas, cuando no tenía mucho ánimo de reír por completo. Sus pupilas se llenaban de brillo cuando tenía algo que le hacía gracia, pero pocas veces lo escuché reír descaradamente. Despertar esas sonrisas a medias, era todo un proyecto de amor. Enrique nunca fue muy alegre; más bien me suena  melancólico. Era lo contrario de Braulio. Enrique era demasiada burocracia para ser feliz y con Braulio, la vida siempre fue más sencilla y divertida. Me gustaba ese tono que escondía Enrique entre sus mejillas, un tanto sombrío, pero a la vez seductor. No lograba separar ambas escenas de su mirada. Hubiera querido que riera conmigo, que me ayudara a ver la vida más ligera.  Mis ojos también guardaban muchas sombras, la depresión que me envolvía de manera avasallante, me hacía olvidar. No recordaba...

Anoche

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Ha amanecido nuevamente, anoche sólo me cayó una copa de un viejo vino guardado, para una ocasión especial. Anoche fue esa ocasión especial. Entre el humo del cigarro, los sorbos de la razón me los pasaba de golpe. Mis hábitos están tan distorsionados como mi cordura. En las noches necesito beber algo y fumar, fumo como si, de pronto el humo  pudiera levantar mis tristezas y las dejara lejos de mi alma. Sin darme cuenta que las toxinas que entraron en el primer golpe, ennegrecen cada vez más mi ser.  Anoche, estaba abatida, sentada en mi refugio, donde puedo llorar y desgarrar mi garganta hasta las entrañas. Ahí, me quedé por un buen rato. Sollozando después de la desesperación. Le había marcado aquella tarde a Enrique. Necesitaba verlo. Pero su respuesta fue corta, ya no era la hermosa que fui algún día. Parecía hastiado de mí, contestaba de golpe y malhumorado. Brevemente me decía que no podía ir a casa; mientras yo le suplicaba vernos, contestaba que "él sí tenía cosas q...

Una y otra vez

Ser fuerte no siempre es cuestión de tomar la espada, el escudo y cabalgar hacia la incertidumbre de las batallas a enfrentar. A veces se trata de colocar sobre la mesa algunas herramientas empolvadas y alguno que otro artilugio para que el enemigo no vea las grietas de mi armadura. Julia Eskarra, muchas... innumerables veces, ha tomado decisiones erradas, transitado por caminos con peligros inminentes y aún así recorridos; no es un vicio, ni una manera de vivir, es, simplemente ensayo y error. Así era aquella relación tormentosa. Enrique, estaba feliz, de poder tener la libertad que le brindaba la partida de Braulio. Las llamadas y mensajes podrían ir y venir sin problema para mí. Tenía en la palma de la mano lo que había pretendido desde hace meses. Julia, sin embargo, debía buscar el momento justo para acertar si Enrique estaba disponible o no. Si estaba cerca su mujer o si era momento propicio para decirle cuánto lo necesitaba. Ser la otra, ese era mi papel ahora. Lo había decid...

Sin mesura

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Sentada en la cama una mañana, la confusión había regresado a mi vida. Mi cabeza daba vueltas en varias direcciones y le costaba trabajo regresar a la tranquilidad que había logrado en aquellos meses, con la ausencia de Enrique. Las lágrimas salían solas y rodaban por mi rostro una tras otra. Braulio entraba y salía de la habitación. No obtenía las respuestas que buscaba y yo no podía decir las palabras que se requerían. Mi único argumento estúpido fue: - No quiero volver a lastimarte- entre sollozos y silencios, no sabía qué más decir. Enrique había logrado asomar su sombra en mi vida, nuevamente y se lo permití. Pero ya no podría vivir engañando a Braulio de manera tan descarada y sin piedad.  Aquella noche, Braulio lloró. Como nunca lo había visto hacerlo; sin mesura, sin restricciones, dejando de lado y sin voltear a ver quién lo miraba. Ahí tendido, sobre el tapete de la sala de estar; su cabeza estaba hundida sobre cojines color ocre y otros en tono neutro; su piel bla...