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Mostrando las entradas de octubre, 2024

Amor

Sobre la cintura de Julia juegan las puntas del cabello negro y lacio, le hacen suaves cosquillas mientras trata de concentrar su atención, siendo inútil. La mañana vibra desde dentro, el té verde con matcha está por enfriarse. Julia desea fervientemente despojar su mente de él. No es capaz ni siquiera de pronunciar su nombre. Si bien, es de esperarse que en los últimos escritos no figuran ni siquiera sus iniciales, como algún día lo hicieron. Esas cuatro letras mayúsculas se derritieron con el Sol del verano y se inundaron con las lluvias. Queda sobre su piel solamente una delgada bata color marfil, pero su nombre, se ha ido  Julia sostiene sobre sus escritos la idea de que todo éso puede por fin tomar otra forma. Durante años ha soñado con tonterías y está convencida que si no se han perdido, por lo menos los puede doblar de formas múltiples, que hagan que tome otro sentido toda esta historia. Y quizá, así se conviertan en aviones que vuelen lejos, en barquitos de papel que fluya...

Algo bueno pasará

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Es tarde y las nubes han descendido hasta confundirse con el vapor del asfalto de la carretera. Las sombras de los árboles se mimetizan con mi sombra. He caminado tanto que ya no recuerdo cuando es que comencé. Los días han sido sumamente cortos. La necesidad de alejarme de esta realidad es tan grande que los caminos no serían suficientes para lograr dejar en cada paso la sensación de que algo se puede perder entre el pasto que rodea el camino. Sin embargo, no es así. El hospital espera y yo no quiero regresar. Ha pasado una semana y no hay esperanza de irnos. Estar tan lejos de casa me abruma y me duele en el alma no poder continuar con mi vida normal. Braulio está esperando a que regrese. Me pregunto tantas veces si hubiese tenido el valor de irme, de separarme por fin, después de ver esas imágenes en la computadora. Pero sólo fue una discusión descabellada, en la que nuestras hijas tomaron la decisión de que todo debía seguir igual. Ellas ignoraban la situación y yo por dentro sentí...

Poco

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 Y me pregunto si es mucho, me pregunto si es poco, me pregunto si ya es suficiente todo ésto que hasta el pecho me duele. Y nada llena las preguntas, sólo se hace un precipicio más grande de verdades a medias, de medias caricias sin destinatario. Duele el pecho sí, de ganas de detenerme, de ansias de gritar y puñales directos de silencio, de un dueño que no concluyó, que quizá ni siquiera comenzó. Las piernas inquietas pasadas las seis de la tarde, las manos civilizadas que las detienen tratando de regular el ímpetu que desboca el alma de salir corriendo. Pero a dónde, a dónde se va cuando las nueve dan? A dónde se corre cuando el silencio aprisiona la memoria? A dónde se huye cuando el anhelo debe ser moderado para no caer en las garras de la locura? A dónde voy con esa fuerza, con esas palabras, con ese sentimiento que ya no reconoce mi esencia? A dónde?

Callado

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Las hojas secas se revuelven con el bullicio del silencio. No se ha callado desde hace días, no para de decir frases sin sentido. Entre ellas se hacen nudos y pretenden desenredar lo que se está desbaratando con el crujir del movimiento. Se está terminando el tiempo para dejar congelado ese asunto, se mueven los pensamientos de lugar y de emoción. Que se sequen junto con las lágrimas y se queden ahí por la eternidad o se vuelen con las minúsculas partecitas de hojas otoñales. Ya no se quién soy, ya no se quién eres.

Con vehemencia

 Creo que no lo he intentado con suficiente vehemencia, quizá si todas mis fuerzas se enfocan en avanzar en todos los sentidos. Quizá si sólo te dejo sentado en el asiento de atrás y te observo cuando volteo un poco? Sé que ésto ya suena a algo fuera de lugar y el darme permiso de seguir es cada día más oscuro. Tantos días sólo desearía decirte que fue un buen día, que fue un día difícil o que simplemente estoy aquí, pero me siento absurda haciéndolo. Y sin embargo, cuando tengo la esperanza de que un día me hables. Por fin, me digo que no es una realidad y sucede que me enfoco en otras cosas. Pero nuevamente vuelve esta espera desafortunada. Ojalá el agotamiento por seguir escribiendo sin sentido, el hastío de esperar a que me hables y podamos ser unos desconocidos nuevamente; me arranque de tajo las ganas.

Lo que no es

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   Así   quisiera Julia Eskarra que sucediera, que la voz se quedara muda, que sus manos no tocaran el teléfono mientras suena; pero hay algo que la hace responder siempre. Aunque él la ignore durante meses, dejando abierto su saludo o un mensaje absurdo. Aún cuando en el fondo de su corazón ella sabe que él sólo la busca cuando le sobra un tiempo o quién sabe en realidad la razón. Habían pasado un par de meses desde que ella escribió un estúpido mensaje y su computadora no respondió más. Los primeros días, después de hacer añicos por milésima vez su dignidad; se preguntaba por las mañanas si algún día Enrique respondería, si el móvil anunciaría algún mensaje o llamada. Sin respuesta, pasaron los días y la sensación de espera comenzó a extinguirse junto con las ganas de volver a verle. Una tarde de marzo, mientras buscaba un contacto, encontró el de él; decidida lo eliminó de su lista de contactos. Sonriendo le dijo adiós; uno de tantos puntos finales que le ha trata...

Labios rotos

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 Los latidos del corazón de Julia eran cada vez más acelerados aquella noche de octubre.  Cómo iba a pensar aquella mañana en la que se estaba preparando para comenzar a trabajar en su consultorio en punto de las ocho de la mañana que ésto iba a suceder. La mañana de aquel sábado transcurrió apacible con tintes de agotamiento por parte de Julia. La falda que le dejaba asomar sus rodillas cubiertas de medias color negro, dejaba pasar el frío a sus piernas. La chamarra de piel cubría el delgado suéter color rosa que arropaba a Julia por dentro. La pashmina en cambio de sujetaba a su cuello desnudo y las sutiles flores del diseño de la misma, le acariciaban sin aviso los senos. El cabello suelto, planchado y rebasando su cintura estaba helado. A penas tuvo tiempo de tomar algo para mantenerse en pie hasta pasadas las seis y treinta de la tarde. El marchar de los segundos se portó inestable, aquella tarde llegaban por ráfagas hormigueo en sus piernas y ganas imperantes de correr y...

Saturno

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 Los días son cortos para ambas, con tanto trabajo, parece que el Sol entra y sale con descaro, sin embargo, cuando un paciente llega a faltar, todos se descompone. El segundero pasa lentamente. La sensación de soledad nos sume en los jarrones de las escaleras llenos de raíces de monsteras verdes. Nos ahoga y nos deja enredadas sin poder ver más allá. Salir a la calle es una tarea titánica, así que ambas nos aliamos y nos quedamos suspendidas en el tiempo. Los ruidos de esa casa construida hace algunos siglos y remodelada hace más de seis décadas nos acompañan. Hemos decidido ni siquiera encender las luces de la sala, sólo permanece una lámpara de pie prendida toda noche. En cuanto comienza a descender el Sol, se enciende. No nos apetece ver tanto vacío, deseamos tener energía para hacer proyectos que tenemos pendientes, empero, preferimos sentarnos en las escaleras, así sin hablarnos. Nos hemos dicho tantas cosas, que no tenemos nada nuevo. El frío de la noche hace que cobijemos n...