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Mostrando las entradas de junio, 2020

Lágrimas perdidas

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Se ha dejado para después un sueño, una esperanza, un trayecto, un respiro. No se ha determinado el día ni el lugar donde todo pueda darse; sin embargo la mesa se pone y los manteles largos sostienen la cena que no llega. Aquella mesa puesta espera con las uvas, el queso y el vino que se pone amargo de tanto tiempo que ni siquiera se toca. Se deja a la espera el deseo y el amor, las manos temblorosas y las lágrimas perdidas. Julia ha dejado tanto en el trayecto que si desea retornar para recoger lo olvidado... los anhelos, los deseos, los sueños;   le llevará el doble del tiempo que le tomó perderlos. Porque en lo que los toma entre las manos, los recuerda y los llora; será entonces tiempo perdido. No se recupera lo dejado en las aceras, en las carreteras llenas de lluvia, en el desierto que guardó la utopía de una vida distinta, en las olas intempestivas del mar helado del Norte. No se recupera ni tiempo, ni energía, ni seres, ni almas; tampoco la propia. Porque ni siquier...

En zona pantanosa

Julia Eskarra dejó de escribir por un par de meses, los acontecimientos la han rebasado y sólo se ha dejado llevar a la orilla de la rompiente a observar. La rompiente tiene las olas más feroces e impactantes; ella puede quedarse por horas en ese lugar. Donde sabe que puede comenzar o terminar todo de una buena vez. Las grandes olas la llaman y le susurran al oído que vaya con ellas a la inmensidad y a la nada, pero ella, aún tiene mucho por hacer y por sentir. Hace unos ´días había concluido la relación con Alan. Tenía días sin saber gran cosa de él. Estaba aislada de su vida y trataba de sentirse mejor con esa decisión. Pero la dependencia  a este tipo de hombres es un mal, difícil de erradicar. Lo sabía de primera mano. Pero sólo estaba volviéndose menos dependiente del teléfono y no enviaba ni uno solo a Alan. Si él le mandaba algún texto, ella sólo se remitía a responder de manera breve y sin mucho entusiasmo por el texto o canción, o lo que sea que él enviara. Así pasaro...

Memoria y

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Le he escrito a Enrique en dos ocasiones, o ya no quiere mi dignidad recordar cuántas. Y es que no responde. Sé que cabe la gran posibilidad de que ahora sí no quede ningún recuerdo de mí; ni en su corazón, ni en su cerebro... ni en su ser. No es un sentimiento de dolor por su olvido, tampoco reconozco ego en mí, es sólo que lo extraño. Como cuando se extraña la leve brisa fresca que de cuando en cuando llega a rozar el rostro en las mañanas, lo extraño cuando alguna canción me lo recuerda, cuando voy a la ciudad donde vivimos nuestro romance, cuando me quiero acordar de él y lo evoco a mi presente; aún cuando él ni en recuerdos, ni en presencia se pueda encontrar nunca más. No puedo comprender qué me sigue anclando a él; en muchas ocasiones he hecho rituales de sanación, de cierre de ciclos, me he despedido de manera estúpida y cursi, molesta y agradecida; de tantas formas y tantas veces que no logro recordar. Quisiera encontrarlo en la calle y sacudirlo y abrazarlo tanto que ya no m...

Breves instantes

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Después de aquella inmensa llamada, que se postergó hasta que los rayos del Sol se demostró que era real; todo el entorno cambió de manera radical. Julia no sabía que seguiría en la realidad. Así que simplemente se dejó llevar como tantas veces en los útimos tiempos. Volvieron a comunicarse, horas más tarde y continuó la platica de todo y nada. Hasta que surgió la necesidad extraña de conocerse. ¿Qué sucedería a partir de ahora? Julia no reconocía, la realidad de lo que debía pasar; tantos años sólo haciendo lo que "debe hacer", dejando de la lado lo que ella "desea hacer"; y en estos momentos, justamente se preguntaba, ¿qué deseaba hacer? La respuesta era obvia, "conocerlo". Ese fin de semana, tenía planeado viajar a su ciudad natal, o quizá el siguiente. Pero debido a lo que había sucedido la noche anterior, decidió partir el sábado. Empacó sus cosas, algunos elementos importantes estaban siendo guardados en la pequeña valija, preparada para dos d...

¿Cómo hacer?

Tengo sin escribir mucho tiempo. Han ocurrido tantos sucesos que no sé por dónde comenzar. Aunque sé que la parte más importante para contar es la mía. Como diría Enrique, ¿siempre se debe de tratar sobre tí? Julia Eskarra, se había levantado de una caída nueva, los raspones y las heridas causadas por el choque contra la acera, estaban sanando poco a poco. En aquella tarde de marzo las cosas estaban saliendo poco a poco de la mejor manera. El dolor de estómago se estaba quedando donde debía estar. Fuera de ella. Lograba quedarse frente al monitor de la computadora y podía escribir sobre su pasado, sin salir en partes por el teclado. Estaba resuelta a lograr sus objetivos, sus retos; como ellas los llamó aquella madrugada donde salió a correr y definió que su futuro estaba en sus manos. Pero el destino es más hábil de lo que ella quisiera, ella desearía que el destino deje de jugar con sus emociones. Aunque, está segura que como dice Freud, no es precisamente el destino, es el in...