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Mostrando las entradas de abril, 2023

Yo no te sufrí

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  - Yo no te sufrí- comentó Enrique la última ocasión que se vieron. Era un viernes por la tarde, cuando el móvil sonó, un mensaje había llegado: - ¿Dónde estás?- Era Enrique. El corazón de Julia estalló hasta la garganta, que de pronto, se le cerró por completo. Enrique había insistido en reunirse en algún café, cuando ella viajara a la ciudad donde vivieron su amor. Sin embargo, Julia lo evitaba en todo momento. Ella sabía que si se diera dicho encuentro, sería como regresar nuevamente a atorar sus alas en la nada. Que sus pensamientos giraran irremediablemente en torno a situaciones que no debieron ser o crear historias sin un sentido lógico. Evadía el tema cuando en aquellos años él la invitaba a verse. Pero aquella tarde, bajo el viento fresco de la casa de sus padres, sutilmente, llegó ese mensaje. - Voy llegando con mis padres- respondió Julia inquieta. - Quiero verte- solicitó Enrique - estoy cerca de la casa de tus papás- Julia tenía un compromiso aquella noche. - Sólo ten...

Sin guitarra

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 La cantera rosa se ha mojado bajo la lluvia torrencial de abril, un día inusual en el que de pronto, el Sol reflejaba sus rayos sobre los cristales de los ventanales de la casa céntrica de Julia, y en pocos minutos las nubes comenzaron a arremolinarse sobre la ciudad. Ella había puesto sobre su hombro derecho su bolso; había decidido salir por unas horas a despejar su mente. El trabajo, la terapia personal y tanto recuerdo que se había desatado con ella, le han tenido en vela durante varios días. Al caminar por las calles de su ciudad, comenzó a percibir un sutil preticor . Respiró profundamente, mientras miraba ansiosa al cielo. Comenzaron las gotas regordetas a caer sobre su rostro, en pocos minutos se encontraba escurriendo por completo de cabellos a pies. Tocó con suavidad su cabello empapado y trató de quitar el exceso de agua de su rostro de manera inútil. Era imposible correr hasta su casa, ya estaba mojada, y lo estaba disfrutando. Cerró sus ojos y trató de recordar cuándo...

Lejos

 Son las once con once minutos cuando Julia Eskarra sale de su habitación hacia su consultorio. Es necesario que las ideas se enfríen y que su corazón se contenga entre tanta confusión. El dolor que le provoca cosas que le irritan, pareciera quizá para la mayoría simple, invisible; pero para ella, no es posible digerirlo de manera sencilla. Siente dentro de su ser, que las fuerzas se le están agotando; de pronto quisiera que todo se acomodara de tal manera que fuera posible encerrar en cajones separados el pasado del presente. Pero no es así, las partículas se mezclan sin sentido y éso le provoca una inmensa sen nosación de vacío dentro de sí. Pareciera que, al contrario, debería llenarle tanto en tan poco, sin embargo, no es así. Esa revoltura de emociones que no está logrando reorganizar, le hace sentir inútil. En penumbra, observa cada uno de los recuadros de aquel espacio silencioso y se percata que nada de aquello que pudiese saber le es útil para desentrañar su existencia. Pa...

En punto de las seis

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 Los azulejos color blanco; pequeños para la época en que Julia vive sus 45 años; estilo las casonas antiguas remodeladas a los años cincuentas. Dejan escurrir minúsculas gotas que se unen unas con otras mientras se encuentran en sus soledades. Ellas al compás del silencio de la madrugada, le narran en sus misterios lo que Julia desea olvidar. El frío se hace cada vez más intenso a medida que pasan los minutos en que ella permanece sentada sobre la tapa del inodoro. Últimamente, se ha convertido en un refugio muy conocido para Julia; ya que en repetidas ocasiones durante su matrimonio en ruinas con Braulio; ese era el sitio donde se resguardaba de la ineptitud de su marido de saber qué hacer ante el vacío abismal que la carencia de cercanía  había creado entre ellos. Ahora, es un refugio distinto. Lo ha buscado porque en ocasiones no sabe cómo se vive en la paz y en el amor. Esos ingredientes nunca los vio presentes, ni aislados, mucho menos en una misma relación. Está acostum...

Viernes por la tarde

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 Julia anhelaría no estar en estos momentos sentada existiendo, desearía ser la que no o es por completo. La que vive una vida normal allá afuera, lejos de sus arrebatos, lejos de los que detesta nombrar; esos que le está costando dolor abrirlos ante su terapeuta... "sus traumas". Qué pésima palabra, qué remota emoción provoca en sus entrañas el sonido de este vocablo. Ojalá los seres humanos sólo pudiesen continuar una existencia sin esas anclas que de pronto parece que se pierden en el profundo mar y de pronto, en un viernes de terapia, aparecen como estacas en el pecho que simulan siempre haber existido encarnadas en su ser. Julia ha reconstruido su existencia de la nada, del rompecabezas tirado en la duela color caoba, ha ido acomodando pieza por pieza dentro de sí,  ha levantado una gran muralla entre su pasado y su hermoso presente; sin embargo, meses atrás, ha surgido una estela de oscuridad en su ser. Las ganas de estar dormida por las tardes, las inmensas ganas de de...