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Mostrando las entradas de febrero, 2019

Sola

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La vida es del tono del que decidas pintarla, tan bella como quieras decorarla; a veces la paciencia, el amor, la esperanza o la paz se tornan insuficientes, son escasas. Dejamos que los tonos de gris abran su gama, difuminándose entre cada uno de los días, y, sin darnos cuenta los meses ya han pasado, y nuestra vida ha marchado sin color.  Así se empezaron a teñir mis días, fantasmales; donde el tiempo parecía lento y asfixiante. Braulio cada día más molesto se aferraba a mí, y yo, lo iba soltando poco a poco. Siempre hemos sido muy buenos amigos y excelente equipo, independientemente de nuestra relación de pareja salimos a flote cuando la familia está en riesgo. Sin embargo, en esos momentos, lo que menos quería yo, era sentirme cerca de él; tenía la ilusión de que la vida cerca a Enrique sería mejor, tendría la opción de sentirme más amada y valorada; qué lejos de la realidad. Las discusiones cotidianas nos llevaron a la partida de Braulio, salió de casa con una pequeña mal...

Sollozando con la boca tapada

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Al mirar atrás y detenerme un poco en el comienzo del encuentro conmigo, del descubrimiento de mi propia existencia, del poder hacerme cargo de mí misma, es echar un vistazo a situaciones donde expuse mi alma, mi cuerpo y mi dignidad por un poco de autoestima. Después de dos años y medio de relación con Enrique durante mi adolescencia; relación al principio tierna, que se tornó en sexual y de mucho abuso psicológico. La relación poco a poco se extinguía, sin yo darme cuenta.  Mis padres me había inscrito en una escuela de monjas, porque estaban cansados de que mi vida girara en torno a Enrique, nunca fue de su total agrado y no era para menos. Mi humor dependía de la manera que me trataba. Me volví rebelde y mentía muchas veces para poder verle por las mañanas donde  él me citara, sin importar la hora, las tareas o indicaciones de mi madre. Aún con que mi padre lo había visto con otras en la calle, nunca le creí y lo defendí hasta limitar mis conversaciones con él para ...

Queriendo ser hoja y viento

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La imagen aparece a través de mi memoria un poco nítida, manchada por el tiempo, parece que de las esquinas se está desapareciendo; hay imágenes que no se borran ni se olvidan y otras, que parece que jamás se escaparán, y de pronto, cuando menos lo espero, ya se han ido, desvanecidas. Aquella tarde habíamos pensado encontrarnos en un lugar diferente, alejado de los sitios habituales donde nos habíamos encontrado días atrás. Mi caminata hacia aquél parque había sido agitada, tenía el tiempo sobre mis hombros; no quería llegar tarde. Con poco aliento saludé a Enrique, dejé que juzgara mi falta de condición y enfoqué mi atención en el sonido de la cascada que caía a mi costado derecho, entre las grandes rocas. El sonido y la frescura del agua, me dejó idealizar aquel momento. Así como lo hice con muchos otros. He dejado que aquellos momentos retocados con el pincel de mis vacíos, parezcan mejor de lo que fueron; entrando por mis sentidos de manera distorsionada, para después sentir que...

Suficiente

Los días transcurrían extraños iluminados con luces de colores que no podía reconocer, se escondían en las rendijas de la puerta, salían sin avisar  de la alacena; y, ni el olor a caoba recién lustrada atrapaba las partículas de esas luces. Amaba mi hogar, mi reflejo aparecía en cada esquina, en el jarrón de la mesa, en la taza color verde que posaba sobre la tarja, dejando dentro la blanca espuma, en las traslúcidas cortinas de gasa que pendían,  dejando entrar los tibios rayos del  Sol. Yo había colocado cada una de aquellas cosas; la simetría de los cuadros que colgaban de las paredes  y la laja  recién lavada, que cobijaba la escalera de nuestra casa; expiraban mi perfeccionismo. Todos estos años mi refugio fue mi hogar y así fui feliz. Podía observar todos los detalles de mi todo y darme cuenta con tristeza que ya no eran todo. Cómo pasa de ser mi todo a comprender que a Julia Eskarra le falta algo. Una parte importante de mi identidad estaba nublada...

Mío

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Hablábamos cuando se podía, me marcaba cuando sabía que estaba sola. Los mensajes sonaban constantemente durante la mañana en que trabajaba y soñaba. Ahora recuerdo el porqué me acostumbre a estar al pendiente y querer saber todo el tiempo de él; y después de algunos meses me contestaba de manera grosera y cortante; bueno, eso es parte de la segunda historia, donde la miel se fue al caño. Una mañana en la que hablaba con él, era un día común, recuerdo tumbarme en la litera de mis hijas, observar las frazadas y sentir la calidez de sus camas; por un momento perdí la secuencia de la plática. Me pasa muchas veces, que cuando estoy hablando con alguien, algún recuerdo se hace presente y me pierdo. Observé mi casa, que aunque pequeña, era mía, estaban mis cosas, mis recuerdos. Todo estaba en el lugar correcto y el olor a limpio me daba paz. Recordé entonces, que antes, solía pedír a la vida, que si en alguna ocasión debía encontrarme con él, mi existir fuera estable, feliz, que hubiera a...

Verte de frente

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Julia Eskarra ha mantenido una vida extraña, siempre lo supo, su vida no sería estática. Se aburre con facilidad, necesita nuevos sueños, otros horizontes por los cuales asomarse; incluso dejar muchas cosas o apostar a lo incierto por una aventura.  La adrenalina que corre por el cuerpo es una adicción imparable, he necesitado mucha fuerza de voluntad y trabajo en la autoestima para poder observar desde una perspectiva más fría y sin apasionamientos la realidad. Lo cierto es que esta visión se dio, en el caso Enrique-Julia, después de muchos descalabros y vómitos emocionales. Así, en aquellos días, la lucha comenzaba; entre lo bueno y lo malo. Desde pequeña, la buena moral se hizo  parte de mi vida, y un pequeño paraíso, donde me sentía aceptada y tranquila. Tratar de vivir siguiendo a las buenas costumbres, de acuerdo con una religión que marca el significado de una mujer recta y "buena", había sido un rumbo que vivía a plenitud. Aunque muchas veces llegaban a mi me...

Aniversario

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Sábado en la mañana, después de una cruda emocional, como la que llevaba conmigo, me sentía terrible; el dolor de cabeza no me dejaba pensar. Aquella mañana habíamos quedado de vernos con una amiga en su casa. Braulio se quedó en casa, por una razón que no recuerdo, ya que siempre andábamos juntos. Mientras manejaba por el libramiento de la ciudad, sólo podía escuchar la radio y pensar en el día anterior, los recuerdos me hacían perder la noción de tiempo; y entonces, sonó mi teléfono. Era Enrique, preguntando dónde estaba. Mis nervios se enredaron, contesté rápidamente, él estaba cerca de mi camino. Me citó a unas calles de ahí.  Al momento que me bajé del auto y entré a la farmacia donde nos veríamos,  el tiempo, se detuvo. Su saludo, un tanto frío, dejaba que mis palabras fluyeran con trivialidades. Hablamos poco, como si fuera aquello un encuentro casual. Salí de ahí  queriendo que se quedaran las cosas como si no hubiera sido nada.  Aunque las sensaciones ...

Perdonarle

Sin encontrar lo que busco, y caminando sin saber lo que necesito. Esto parece más una encrucijada que una salida. Buscar a Enrique, sigue siendo la mayor estupidez. Qué esperaba ahora. Si lo sé. Pero no lo leí ni lo escuché en sus mensajes. Parecía que se podría vislumbrar algo de sensibilidad y cariño, pero no. Es el mimso de hace siete años. Esperaba una disculpa, una condolencia, un respiro a mi ego sumergido en el mar. Pero no, no escucharé lo que creo necesitar para olvidar de verdad. Y conforme pasan los días y estas líneas se hacen más largas, esta espera irracional parece prolongarse. Buscaré en otro espacio, en otro vacio las tinieblas que dejó, para poder soltarlas al viento y perdonarle.

El único camino

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Regresar a casa después de lo acontecido aquella tarde, no fue fácil. Hubiera querido desaparecer en la bruma del campo, en el humus que colgaba de los pinos o quedarme encapsulada en las gotas de la lluvia; pero regresé, con la cara percudida de sensaciones inestables.  Enrique me había dejado donde me recogió, había oscurecido ya. La ciudad había cambiado su tonalidad, el olor a lluvia impregnaba mi ropa; aquél suéter tipo crop había soltado su forma y parecía sólo un trozo de lana mal tejida sobre mi torso. Mi cabello escurría en mis hombros y sobre mis pestañas descansaban algunas gotas confundidas con algunas lágrimas. ¿Qué estaba haciendo?  No lo sabía en ese momento, todo lo que vendría después de un tiempo; he aprendido que, así como es Julia Eskarra, muchas veces; aún cuando esté consciente de que  tomando ciertos senderos que no llevan a ningún lado, los sigue tomando. Cómo le llamamos a ésto? El camino fue largo aquella noche, parecía que no llegaría nu...

A mitad de la carretera

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Hermosa, se había convertido en mi apodo. Esa sola palabra llenaba vacíos y lograba maquilar películas en mi mente. Enrique era un olvido recurrente, una sombra permanente; pero al fin, refundido en mi ser y en  mi historia. Braulio sabía que Enrique había existido en mi adolescencia, pero no tenía la menor idea que estaba de nuevo en mi ser. Cómo alguien perdido en el tiempo, en el dolor y en el rencor, vuelve así nada más y lo dejé entrar?, aún no lo sé. Y creo que este hecho es el que me dificulta más el perdonarle. Muchas veces pienso porqué no se aleja de mi mente, porqué cuando lo evocó mi reacción interna es de enojo y de intención de reclamar su fácil olvido y sus promesas fallidas. Sé que si le marco y le pregunto todo lo que quiero saber, voy a terminar enlodada nuevamente, en lugar de las respuestas que quisiera encontrar. Porque en su razón no existe justificación para lo que no hizo. Y es que, todos los hombres casados con un romance detrás, saben que hacer planes d...