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Mostrando las entradas de enero, 2020

No me olvides nuevamente

Julia Eskarra estaba retomando su rumbo poco a poco. Los días le parecían un poco largos a veces y otros extremadamente cortos. Había decidido dejar de ver a Alan. Sentía que no le proporcionaba lo que ella necesitaba, ella sentía que le faltaba la seguridad de una relación. Una certeza que le abriera las puertas a la tranquilidad que recién había perdido en el andar de los meses anteriores. No era capaz de notar que Alan no era Braulio, ni tampoco Enrique. Y que esa seguridad tan anhelada no la encontraría en nadie, porque estaba en ella misma. Así que comenzó por buscarse dentro, muy dentro lo que la mantendría estable y en calma. Comenzó a despertase antes de las cinco de la mañana y salir a caminar sin parar; sus mañanas de trabajo estaban iniciando cada día mejor. Ya no manifestaba tanta ansiedad por recibir un mensaje o por ver a Alan en los días que ella hubiera querido. Lograba hacer sus actividades, sin preguntarse con frecuencia si él pensaba en ella o no.  De pronto...

Hombre

Si Jula Eskarra fuera hombre. Toda   la historia sería completamente diferente. Creo que hubiera sido más feliz. Quizá. Seguramente hubiera crecido más castrada de lo que creció. Vivir en un ambiente tan moralista, la volvió frígida en la infidelidad. Donde debió ser más feliz que en su vida conyugal. Era una tarea titánica poder lograr el clímax en la relación. , no quiso decírselo a ella misma; eso le resultaba apabullante y terriblemente descontrolado. Temía que si le decía, ese pequeño detalle, él la abandonaría con más prontitud. Así que calló, muchas veces. Disfrutaba verlo, oler su piel, sentir sus manos; pero la culpa o algo más no a dejaba continuar con aquel idilio. Si Julia Eskarra, hubiera nacido hombre, sería más libre de lo que es, caminaría con las manos abiertas en las madrugadas y no empuñadas, cantaría al oído de una mujer sin pena, se desnudaría completamente, sin temor a sus cesáreas. Amaría de manera descomunal, haciendo todos los esfuerzos necesarios para ...

Dieciocho de noviembre

Ayer por primera vez, había logrado escribir lo que pasó en realidad una mañana con Enrique. Las teclas se habían remojado entre la culpa y la adrenalina guardada después de más de siete años. La música de la computadora se estremeció ante la verdad sobre aquella mañana. Al terminar de escribir, después de un par de horas, lo revisaba; una y otra vez, releí lo oculto en mi mente y mi alma. Me temblaban las manos y mi mirada estaba perdida, recordando lo que había ocurrido en aquel blanco marfil de la habitación. De pronto, un error absurdo, borró de la pantalla lo que he querido que se borre de mi mente en tanto tiempo, y no se ha ido. Si tan sólo, de pronto, así pudiéramos borrar lo que nos incomoda o nos hace vulnerables ante los demás; la vida sería, quizá más fácil. Enrique es alguien que no se puede borrar de una historia, ha permanecido a través de los años, las lluvias y las tormentas personales; muchas veces como un refugio cuando me siento sola; más bien como un ideal. Y ot...

Detonante

Enrique tenía mucho que arriesgar, Julia Eskarra casi había perdido todo de su vida, sólo se mantenía anclada por sus hijas. Se mantenía volátil la mayor parte del tiempo.  Ahora sabe que las pérdidas de aquel momento fue lo que más la alejó de aquel amor imposible. Ella había lanzado la mayor parte de su vida al vacío, observando como se hacía añicos entre las rocas y se perdía entre los arbustos de las decisiones atropelladas. Le quedaban las manos vacías; las observaba y suspiraba. Creía que dejar ir lo más valioso de su vida, en aquel momento era lo correcto, para que Enrique no tuviera pretexto de no querer estar a su lado. Así que sabía que ésa era la única solución. Por momentos recordaba el daño que le había hecho en su adolescencia y se repetía una y otra vez, que este Enrique no era el de hace tanto. El Enrique actual, en verdad sabía lo que quería y tenía la firme convicción de estar con ella. Qué equivocación tan grande, querer ver los irreal, lo que sólo sucede en...

Nada

Julia Eskarra se ha sentado frente al monitor a mitad de la tarde, el Sol se está ocultando poco a poco. El frío que llegó a la ciudad no es nada comparado a lo que siente en su pecho. Un frío se apropió de ella esta mañana. No sabe cómo calentarse. Hace a penas unos días, menos de un mes, parecían las cosas más estables. Ahora, ahí sentada no sabe lo que en realidad quiere escribir. No sabe ni siquiera lo que en realidad quiere expresar. Se toma las cosas con decisión, la mayoría de las veces; pero en lo que respecta al corazón, es indecisa y temerosa. Quisiera dejar de lado a Alan, a Enrique y a todos los que la buscan. Quisiera desaparecer y sólo rescatarse. Olvidar de nuevo que desea sentirse hermosa, deseada, y, amada. Si ya había decidido tomar las cosas a la ligera y simplemente disfrutar lo que trajera el viento. Pero lo que trae no es lo que en lo profundo quiere en verdad. Quiere todo y lo sabe. Quiere la pasión, el compromiso, los mensajes melosos, la compañía, la atenc...

Para tí, con amor

Tengo una pregunta para Julia, una pregunta seria y con carácter de urgente. Desde cuándo decidió que lo primero que llegara a su vida lo tomaría?, como cuando se toma un café sin ganas, con tal de que no se enfríe. Total si se enfría, a quién le importa, que lo arrogen por el drenaje y punto. Ella está cansada de ir y venir entre  una espera que le resulta conocida. Está harta de saberse en detenida de alguien, de quien sea , en pausa; como si su vida  importara un carajo. Como si los demás decidieran en que lugar y a qué hora debe estar ella para el mundo entero. Dónde deja de nuevo el valor recobrado? Debía retomarlo  por los cabellos, gritarle desde los más profundo de su alma, que esta vida es suya, y nadie, ni nada debía empañar su hermosura, su valor real como ser humano. Julia Eskarra, sabe cuáles son sus sombras, las ve posadas sobre sus hombros varias veces al día. Se sabe frágil, niña. Pero también reconoce frente a ella misma que tiene las manos llenas de h...

A mitad de la noche

Estoy agotada, agotada de sentirme perdida. De sentir que lo he perdido todo y estar enojada por ello. De llorar por los rincones porque no tengo lo que quiero, lo que amo, lo que siento que la vida podría darme. Dejar de lado todas las expectativas de vida. ¿Así era el plan?, dejar de lado todo y simplemente continuar, ¿pero continuar?, ¿por dónde?, ¿cómo se continua por donde no existen las certezas?, por donde no hay un camino definido, por donde no ha transitado nadie. Ni siquiera las sombras se atreven a entrar en semejante sendero, se han amedrentado con los sonidos del silencio, con las ramas de los árboles de la entrada a la penumbra. Se han detenido, esperando que las tome de la mano y las lleve pegada a mis talones. Pero yo misma no me siento segura de dar el primer paso. Estoy un tanto desolada y cansada. He decidido sentarme en el quicio de la entrada, y dejar mis ropas, me he quitado la máscara de alegría que cargo conmigo como un lastre inhumano. Coloco mis manos sobre...

Un día, quizá

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Hay seres que llegan del infinito a colocarse en un sitio, nunca antes ocupado. Llegan con descaro y ligeros, y levantan el viento que se había mantenido apacible durante largos años, da vueltas y levanta las hojas que se habían mimetizado con el piso y el olvido. Julia Eskarra, no recordaba sonreír  de ese modo entre textos. No recordaban sus labios la sensación de un mordisco a solas. Sus ojos se habían cerrado a la picardía de mensajes a media mañana. Y sus piernas no acostumbraban juntarse tanto a deshoras. Los largos cabellos de Él, sostenían las ganas del todo. Ganas guardadas entre líneas, humedad que se confunde con la lluvia de enero y una calidez que reta al frío invierno. Julia quería permanecer en penumbras por más tiempo, olvidarse de la desnudez que la acecha por las noches y la deja al descubierto. Había tomado la decisión de continuar su vida sin más, con el asombro en algunas noches que podría regalarse a solas. Sabía cómo sentirse bien por un tiempo. Había ...

La llamada

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Hace mucho que no tenía dolor de estómago al escribir sobre lo mismo. Es una sensación que no reconozco en mi cuerpo. Mi torrente sanguíneo, aún no está estable. Han pasado tantas imágenes en mi mente y tantos recuerdos que es difícil separarlos y retomar donde era posible que esta historia terminara por completo. Pero parece que no se ha detenido aún. Avanza de manera vertiginosa y avasallante por el tiempo y el espacio,  tejiendo nuevas versiones de los recuerdos escritos en estas historias y letras. Han llegado a la cabeza y se han apropiado de los segundos, de mis segundos de vida, en estos últimos días del año. Y he dejado que estos recuerdos lleguen y se quieran instalar nuevas versiones. Ya no estoy peleada con ellos, los he dejado poco a poco tomarme por sorpresa; aún cuando he escuchado sus pequeños pasos tras los mío. - Vengan, estoy dispuesta a sentir, a recordar de distinta manera, sin enojo; como vengan. Se lo murmuré entre sonatas clásicas, entre el viento de...

Esto también pasará

De dónde ese rocogen los pedazos del cuerpo y del alma? Por qué amar al hombre ideal es imposible?. Quiero estar con Braulio, pero duele hasta el alma. no poder sacarlo de mi vida para siempre es la tortura más alta que he vivido. He querido pensar que amo a Enrique cuando se porta gentil y atento, quiero pensar en Alan, cuando el único que llena mi espacio es Braulio y no lo puedo amar, porque él no me puede amar como soy. Y todo se resume en el  amor. En amar y no saber qué sigue. En llorar innumerables veces de desesperación porque se ha ido para siempre y yo se lo he pedido. Lo extraño y no lo quiero ver más. Hace un par de días, cuando lo recogí del aeropuerto. Lo vi como es, quería tocarlo y que me acariciara con sus grandes manos blancas. Que me protegiera de mi misma, que me dijera como siempre, que "todo estaría bien". Que también esto pasaría, que sólo eran unos días en los que lloraría hasta quedarme dormida. Pero sólo nos despedimos, como grandes amigos...

Y qué si no

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¿Qué es una historia de una vida? Julia Eskarra comienza el año con una sensación inmensa de soledad, que si tuviera que medirla, faltaría espacio para llegar al final de ella. No sabe si vive o si está sólo deambulando por territorio ajeno. Hoy está cansada, ha perdido la perspectiva de lo conocido y de lo real. Sabe que mañana quizá todo cambie, quizá todo resuene de la misma manera que ha sentido en otras ocasiones donde el mundo parece perderse. También sabe, que quizá se sienta de la misma manera que ahora. No hay garantías para estas sensaciones tan conocidas. Ha tratado de manejar la soledad de muchas maneras. Alegrándose por vivirla al fin, y lamentándose por tenerla que padecer. Son polos tan opuestos como su vida. Pide a gritos ser salvada y rescatada de este hoyo en el que se encuentra, pero sabe que nadie vendrá en su auxilio. Nunca la han rescatado, en sus peores momentos, como el de ahora, ha tenido que salir sola. Echando mano de cualquier recurso que se le viene ...

Breve, pero inmenso

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Sola de ella misma, está irreconocible en tan solo unos minutos. La soledad y la ausencia de quién sabe Dios qué, la invade enormemente. Está cansada de sentirse vacía y vulnerable. Dónde está aquella danza cuando se encontró por la ventana y bailaron juntas para no separarse. Se han quedado mudas; sin nada qué decirse, sin oportunidad de entablar una conversación que les ayude para continuar.  El árbol de Navidad, trata de dar algo de brillo a la estancia, pero Julia, sólo quiere lanzarlo por la puerta. Estas vacaciones de invierno fueron las más extrañas de toda su vida. La soledad la inundó y ahora no sabe cómo deshacerse de ella y regresar a la normalidad. Quiere sentirse plena como se sentía antes de todos estos días. Sabe por dónde comenzar pero las fuerzas le fallan. Su mente, como siempre no pretende dejarla en paz. Sabotea una y otra vez las ganas de salir de ésta. Los ojos hinchados de llanto no la dejan observar lo que tanto ama. Ha salido a la calle a tomar aire...

Un nuevo extraño

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Desesperada Julia Eskarra viajó a otra ciudad a escribir sobre los últimos acontecimientos. Su interior, estaba en un vuelco. No bien localizadas las sensaciones y las emociones, sólo fluían de un rincón a otro para poder erradicarse de improvisto y seguir viajando por el torrente sanguíneo. Hace muchos años que no se sentía de ese modo. Quería gritarlo al viento, se estremecía en la regadera; aún con agua fría; agitaba sus largos cabellos en el viento y sonreía mientras buscaba un café, aquél que fuera adecuado para escribir sobre un nuevo personaje inesperado, en esta historia. Historia que en un principio era sólo sobre Enrique, pero que con el paso de los meses se ha convertido en la historia de la propia Julia. Una Julia celosa de sus letras, de sus lágrimas y de suspiros. Tenía la firme sospecha de que la vida que le aguardaba después de la ruptura con Braulio, estaba tapizada de soledad y espera. Durante años detestó las películas cursis y las canciones románticas, donde pron...