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Mostrando las entradas de febrero, 2020

El capítulo más largo

No se puede llegar a un final de una historia, cuando la historia misma se resiste a concluir. Se jalonea entre el pasado y el presente. Dejando a las orillas cualquier a la expectativa de abrir otras historias, posiblemente bellas o importantes. Llega con estoica entrada, deslumbrando los sentidos y revolviendo los recuerdos. No se tienen sensaciones más afables que estas que rondan por la mesa de este café cantina; donde Julia Eskarra escribe con frenesí, tratando de rescatar los detalles del día de hoy. Qué locura ha sido, pareciera que los violines suenan entre las canteras, chocando con los arcos de los portales. Violines placenteros después de años de espera a respuestas, de espera a sonidos a carcajadas a paz. Julia no logra identificar lo que recorre su cuerpo. Ayer estaba tan plácidamente recostada sobre su cama, pensando en otras historias, en otras pasiones y de pronto, en menos de veinticuatro horas, los recuerdos están llegando para poder concluir con esto que no ha enc...

Rompiente

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El viento helado sopló por la mañana, presa de un mal augurio Julia se despertó por la mañana. En realidad no son malos presagios los que la han acompañado a lo largo de su vida; sino la intuición que la persigue y que no la deja respirar. Le quiere advertir que donde está parada o hacia donde se dirige, o a quien persigue o desea amar, no es precisamente la mejor decisión que pueda tomar para su resguardo emocional y vital.  Muchas veces ha hecho caso omiso de ella, y resuelve ser más libre de lo que debiera, y es cuando el sufrimiento la atormenta. Estando en una determinada situación y la intuición, no deja de murmurar y en muchas ocasiones le gritar que un poco de sufrimiento al desapegarse de una mala relación o de un evento determinado, sería menos doloroso que permanecer. Así le ha sucedido con Alan desde que lo conoció. Una sensación de dolor en la boca del estómago le brincaba cada vez que el olvido y la ausencia de él, se hacía presente. Muchas notas en su muro, asom...

Inusual

Las puertas de la oportunidad se pueden abrir solas, o simplemente suenan sus bisagras rechinando mientras el viento sopla; si es que se han dejado emparejadas, para que cuando sea posible se abran de par en par, simulando una casualidad. Julia Eskarra tenía sus puertas cerradas desde hace muchos años, había olvidado que tenía puertas; así que sus grandes ojos sólo se asomaban por una rendija de las ventanas de su existir.  Observaba sigilosamente todo el exterior, podía ver desde su trinchera como pasaba la vida afuera; muchas veces se quedaba dormida sobre las palmas de sus manos con la añoranza pegada en el cristal, mientras el vapor que exhalaban sus pulmones se adhería lentamente al olvido. Al olvido de ella misma y de sus sueños.  Un día decidió escribir en un papel color arena, cada uno de sus sueños; los escribió y deseaba por lo menos tocarlos con sus pensamientos. Al terminar, dobló la hoja y la guardó en una baúl de madera. Lo cerró con llave, pensando que quiz...

Adiós Enrique

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Que magia resulta de poder sentir que una persona ya no pertenece más a tu vida. Las personas que me conocen a profundidad, sabían que si hablaba de mi vida personal, en algún punto de la conversación podría resurgir el tema de Enrique. Enrique y su sombra. El fantasma de Enrique deseaba recobrar su ego en alguno de mis recuerdos, de mis sentidos.  Pero después de la ultima conversación de hace un mes, el resultado fue liberador, y con ello una trascendencia a un amor fantástico y tórrido que dejó en muchos casos la devastación. Quizá en alguna de las siguientes partes de esta historia, de mí historia, de la historia y las letras de Julia Eskarra, logre aparecer como un ensueño o un mal sueño o su figura o su nombre; pero ya no como lo hacía antes, con aquella necesidad de volver a amarlo, de volver a saber de él, porque quizá hubo un pasaje que olvidé encajar en los apartados anteriores. Pero hoy quiero escribir en primera persona, porque soy yo, quien por primera vez e...

Mucho más

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Las cosas se habían salido de control. Las melodías no tenían sentido y las palabras se habían quedado confundidas entre los pensamientos de Julia. Todo se le estaba yendo de las manos. Había decidido dejar de lado a todos  y las sensaciones que le provocaban. Estaba molesta por no poder tener el control ni siquiera de lo que ella sentía y decía. Su cuerpo febril durante días, el llanto y la desesperación por no lograr lo que desea, la mantuvieron en un estado de infantilismo que difícilmente le podría ayudar a superar aquel berrinche ante la vida. Meses atrás había decidido salir y besar, todas las bocas que se le presentaran, disfrutar los placeres que había callado durante años. Ya no sería la mujer sensata que un día se había guardado todo. Pero qué mal resultan algunas decisiones, los que llega no siempre es lo más conveniente. Aparentar besar y no sentir, no esperar y continuar como si nada, no es algo que sea posible para Julia. Julia siente intensamente, vibra con un bes...

¿A dónde?

Hace mucho que Julia no lograba tanta furia en su cuerpo e impotencia en su ser. Las tazas de la mesa azul, que reposa bajo el marco de la ventana en la cocina; fueron un blanco fácil para ella. Le recordaban la perfección que un día tintineaba en su hogar y que ahora se estaba evaporando con los rayos del Sol. Su llanto lleno de rabia y sus gemidos, la hicieron estallar y tomar cada una de las tazas y lanzarlas en el rincón de aquel lugar. Los cristales diminutos saltaron por los aires rozando uno a uno y en bandada por sus manos. Días antes, acababa de firmar una carta, en terapia; en la que se comprometía con su vida y la de los demás, así como con las cosas y vida circundante. ¿Dónde había dejado ese compromiso, si lo único que sentía en sus brazos desnudos era el dolor de unas marcas? No es posible controlar nada, más que el dolor que se puede sentir o ignorar, se puede controlar cuántos trastos rotos se tendrán al final del día, cuánto dolor se puede autoinflingir; pero no cuánd...

No soy Julia

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Hoy, ni ayer, ni hace unos días he querido ser Julia Eskarra, no sé quien soy. Tampoco soy Nube, tampoco soy alguien a quien reconozca ni dentro ni fuera. Ni en los recuerdos, ni en las ilusiones. Ni en la terapia, ni en este escrito. No recuerdo saber quién soy en realidad. Mi vida estuvo perdida de mí misma y mi esencia dormida. Es tan doloroso, no recordarme. Enfermé de todo lo que me ahoga y se ha quedado en la garganta durante años, se había resistido a salir en los pañuelos, pero las lágrimas han rodado sin sentido durante todos estos días. He llorado como no recuerdo hacerlo por mí misma en muchos años. Hoy por primera vez en mucho tiempo supliqué clemencia; al tiempo, a la escucha, a la vida, a traerme de vuelta de donde sea que esté resguardada a mí misma. Porque hoy, como ayer y como mañana, nadie me rescatará, nadie vendrá a abrazarme tan fuerte que logre armarme nuevamente. Nadie llamará para saber vivo o estoy devastada en el baño, hundida en sollozos o doblada, con las p...

Palabras mudas

Qué se hace cuando las letras son insuficientes, cuando los espacios en blanco no se llenan con ninguna historia. Cuando las calles permanecen inmóviles a los estruendos de los autos y el golpetear de los pasos apresurados de la gente. Qué se dice si las palabras enmudecieron, si las caricias se enfriaron al amanecer de enero. Será mejor dejar en la alameda del sur los pasos de los amantes sin prisa, de ese par, que sin conocerse se amaron con descaro, de esos locos que no sabrán uno del otro, más. De las voces que se quedaron guardadas en las cortezas de los árboles. Julia asegura un olvido para Miguel, no sin antes culminar de escribir su fin de semana, así llegará el final, final de sus recuerdos. Aquella tarde, era momento de ver a Jana, su festejo de cumpleaños estaba por comenzar. Rebosante de felicidad, deseaba tanto darle los pormenores de su amor. Había saboreando un baño caliente y sonreído bajo la ducha. Miguel estaba a la espera de que Julia terminara. Su vestido has...

Estruendoso rugir de mis olas

Era necesario que la efusividad de los días no perdieran sus tonos rosados y luminosos. No podría sentarse a terminar de escribir, una historia sin sentir el amor que había sentido por una relación furtiva. Julia pensaba que no sentia lo mismo ya, debido a la disminución importante de los mensajes melosos y seductores de Miguel.  Pero en realidad, era también que estaba observando por debajo de las sábanas y atrás de las persianas de la habitación de Él, todo aquello que no le gustaba en realidad de una persona. Acentuaba todos los detalles, hasta el más mínimo para borrarlo, esa vehemencia con la que comenzó todo esta historia, comenzaba a desvanecerse con el paso de los días. Necesitaba esa adrenalina correr por su cuerpo para poder seguir contando lo que su voz no se atrevía a expresarle a nadie, incluso a ella misma. Ese "me encantas" y "te anhelo", se estaban quedando en la magia que se trasformaba poco a poco en cenizas. Julia sabía que esto pasaría, sólo qu...

En el cuerpo desnudo

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La noche había llegado desde hace un par de horas, y Miguel y Julia, estaban por fin, a solas. La habitación dibujaba los deseos de ambos entre el aire y el poco espacio que quedaba entre sus cuerpos. F ue un intenso encuentro, donde no se reconocían los ruidos; en donde los sonidos externos se quedaban fuera de las mentes de ambos. Sólo se distinguían sus respiraciones agitadas y las frases amorosas que iban y venían, haciendo de ese encuentro algo que fue más allá de un encuentro casual. Las gotas de sudor caían en el cuerpo desnudo de Julia, se sentían tibias; al momento que rodaban entre sus senos, levantaba su mano izquierda y limpiaba delicadamente la frente de su amante, recorriendo a su vez el largo cabello rizado. Él abría sus ojos y la observaba con una mezcla de deseo y amor, que hace mucho no sentía en la intimidad. "Hacer el amor", es llevar al amor que se tiene guardado, de paseo entre las sábanas, que se desborde de manera sutil entre las manos que se entrelaz...

Con la luz apagada

La noche había llegado a la ciudad. El murmullo de los autos y el bullicio de la gente quedó tras la puerta de madera. Miguel, se acercó cuidadosa a Julia, su pecho se posó por unos instantes sobre la espalda de ella y le retiró el abrigo negro que llevaba sobre su vestido favorito; sus rodillas se asomaban discretamente, deseaban sentir las manos impetuosas sobre las medias negras; pero debían esperar. El recorrido por el departamento fue breve y detallado. La estancia, tenia de fondo un hermoso ventanal que daba al jardín común; pero por la altura a la que estaban, sólo los alcanzaban las ramas de un imponente árbol de hojas diminutas. Julia amaba los ventanales, y éste en especial, así como la libertad que le susurró al oído; a esa libertad la amó en verdad. De rodillas en el suave sillón color hueso, tocando los cristales con las dos manos, queriendo tocar el aire; ese viento que estaba despeinando su cabellera negra. Miguel, sólo la observaba, dejó que el trance de Julia durara...

La magia acecha

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Una ensoñación era aquella noche, las luces de los autos iluminaban las calles y la sonrisa de Miguel, iluminaba la existencia. Las pegasos de la explanada de Bellas Artes, deseaban en su interior bajar por nosotros y con los rayos poderosos de Zeus, llevarnos tan lejos como lo permitiera su magia. Pero  no era necesaria tanta mitología en el ambiente, en nuestros corazones, ya existía. Julia, la sentía, la observaba a través de las frases nerviosas de Miguel y flotando en el ambiente de aquella noche mítica. Miguel, sostuvo de inmediato la maleta de Julia y ella por su parte le solicitó guardar su libro francés en el bolso. Como cuando dos viejos amantes se encuentran después de largo tiempo; pero siguen acoplándose en cuanto se descubren nuevamente. Conocer a alguien es sinónimo de dejar transcurrir el tiempo al lado de esa persona. Julia había permanecido durante veinte años junto al mismo hombre y nunca terminó de conocerlo realmente. Así que este desconocido, no le atemoriz...